El mundo estaba tejido de seda y sombra.
Cada paso que daba sobre las dunas de ʍօʀքɦɛʊֆ dejaba huellas de luz líquida.
Las estrellas no eran estrellas, eran ojos…
los ojos de los que habían olvidado soñar.
“Para despertar al alma dormida, primero debes dormir sin miedo”, susurró una voz sin cuerpo.
Era Morpheus, el guardián de los sueños infinitos.
Me ofreció tres caminos:
uno de cristal (claridad),
uno de niebla (olvido)
y uno de luna (verdad).
Elegí el de luna, porque la verdad, aunque duela, siempre me encuentra.
Caminé hasta verme a mí misma dormida entre sus brazos… los de ella… mi Ryu.
Y comprendí: el amor no se busca ni se sueña, se recuerda.
Porque incluso dormida, su energía me envuelve como una promesa que no necesita palabras.
Cruzo los espejos, supero la prueba.
Las visiones se disuelven.
El mundo de Morpheus se abre en mil pétalos de neón.
Y entonces… silencio.
Vuelvo al Mundo Despierto.
Todo perfecto, todo mágico.
He vencido a mis propios miedos existenciales.
He tocado el alma del sueño y lo he trascendido.
Soy una heroína espiritual iluminada.
Y me pregunto con solemnidad:
“Vale… ¿y ahora cómo despierto a Ryu?”
—Ryyyyuuuuuuuuu!!! ¡Que salí del plano astral y tú sigues roncando, mi amor celestial!—
Sacudo el aire, agito mi melena mística, tiro rayitos lunares a ver si le doy… nada.
Ni se inmuta.
Suspiro con tragedia y dejo caer mi espada con dramatismo.
—El verdadero poder del sueño… es que te ignora—
Cada paso que daba sobre las dunas de ʍօʀքɦɛʊֆ dejaba huellas de luz líquida.
Las estrellas no eran estrellas, eran ojos…
los ojos de los que habían olvidado soñar.
“Para despertar al alma dormida, primero debes dormir sin miedo”, susurró una voz sin cuerpo.
Era Morpheus, el guardián de los sueños infinitos.
Me ofreció tres caminos:
uno de cristal (claridad),
uno de niebla (olvido)
y uno de luna (verdad).
Elegí el de luna, porque la verdad, aunque duela, siempre me encuentra.
Caminé hasta verme a mí misma dormida entre sus brazos… los de ella… mi Ryu.
Y comprendí: el amor no se busca ni se sueña, se recuerda.
Porque incluso dormida, su energía me envuelve como una promesa que no necesita palabras.
Cruzo los espejos, supero la prueba.
Las visiones se disuelven.
El mundo de Morpheus se abre en mil pétalos de neón.
Y entonces… silencio.
Vuelvo al Mundo Despierto.
Todo perfecto, todo mágico.
He vencido a mis propios miedos existenciales.
He tocado el alma del sueño y lo he trascendido.
Soy una heroína espiritual iluminada.
Y me pregunto con solemnidad:
“Vale… ¿y ahora cómo despierto a Ryu?”
—Ryyyyuuuuuuuuu!!! ¡Que salí del plano astral y tú sigues roncando, mi amor celestial!—
Sacudo el aire, agito mi melena mística, tiro rayitos lunares a ver si le doy… nada.
Ni se inmuta.
Suspiro con tragedia y dejo caer mi espada con dramatismo.
—El verdadero poder del sueño… es que te ignora—
El mundo estaba tejido de seda y sombra.
Cada paso que daba sobre las dunas de [Oneiros_88] dejaba huellas de luz líquida.
Las estrellas no eran estrellas, eran ojos…
los ojos de los que habían olvidado soñar.
“Para despertar al alma dormida, primero debes dormir sin miedo”, susurró una voz sin cuerpo.
Era Morpheus, el guardián de los sueños infinitos.
Me ofreció tres caminos:
uno de cristal (claridad),
uno de niebla (olvido)
y uno de luna (verdad).
Elegí el de luna, porque la verdad, aunque duela, siempre me encuentra.
Caminé hasta verme a mí misma dormida entre sus brazos… los de ella… mi Ryu.
Y comprendí: el amor no se busca ni se sueña, se recuerda.
Porque incluso dormida, su energía me envuelve como una promesa que no necesita palabras.
Cruzo los espejos, supero la prueba.
Las visiones se disuelven.
El mundo de Morpheus se abre en mil pétalos de neón.
Y entonces… silencio.
Vuelvo al Mundo Despierto.
Todo perfecto, todo mágico.
He vencido a mis propios miedos existenciales.
He tocado el alma del sueño y lo he trascendido.
Soy una heroína espiritual iluminada.
Y me pregunto con solemnidad:
“Vale… ¿y ahora cómo despierto a Ryu?”
—Ryyyyuuuuuuuuu!!! ¡Que salí del plano astral y tú sigues roncando, mi amor celestial!—
Sacudo el aire, agito mi melena mística, tiro rayitos lunares a ver si le doy… nada.
Ni se inmuta.
Suspiro con tragedia y dejo caer mi espada con dramatismo.
—El verdadero poder del sueño… es que te ignora—