¿Lo oyes? ¿Lo ves? ¿Puedes sentirlo?
La ovación de nuestro público, amor mío. Es la creación misma, haciendo erupción con el caos y la algarabía de la más feroz de las ovaciones.
Qué dicha fue haber compartido este escenario contigo. Me llena de una felicidad que nací incapaz de expresar.
Y ahora, oh, cielo mío, ¿sabes lo que viene?
Sí, así es. Este es el momento en el que telón cae. Nuestro telón cae, como todos tienen que caer. Y los lazos rojos que nos unen, su tensión, la caricia con la que nos mantenían en vínculo, ahora aprietan, restringen y asfixian.
¿No es hermoso, amor mío? ¿No es hermoso que nos alimentemos mutuamente con el último de nuestros alientos?
Si pudiera pedirle algo más al universo, si pudiera atreverme a un deseo final, sería el mismo que pedí al conocerte.
Nunca me olvides, ¿sí?
La ovación de nuestro público, amor mío. Es la creación misma, haciendo erupción con el caos y la algarabía de la más feroz de las ovaciones.
Qué dicha fue haber compartido este escenario contigo. Me llena de una felicidad que nací incapaz de expresar.
Y ahora, oh, cielo mío, ¿sabes lo que viene?
Sí, así es. Este es el momento en el que telón cae. Nuestro telón cae, como todos tienen que caer. Y los lazos rojos que nos unen, su tensión, la caricia con la que nos mantenían en vínculo, ahora aprietan, restringen y asfixian.
¿No es hermoso, amor mío? ¿No es hermoso que nos alimentemos mutuamente con el último de nuestros alientos?
Si pudiera pedirle algo más al universo, si pudiera atreverme a un deseo final, sería el mismo que pedí al conocerte.
Nunca me olvides, ¿sí?
¿Lo oyes? ¿Lo ves? ¿Puedes sentirlo?
La ovación de nuestro público, amor mío. Es la creación misma, haciendo erupción con el caos y la algarabía de la más feroz de las ovaciones.
Qué dicha fue haber compartido este escenario contigo. Me llena de una felicidad que nací incapaz de expresar.
Y ahora, oh, cielo mío, ¿sabes lo que viene?
Sí, así es. Este es el momento en el que telón cae. Nuestro telón cae, como todos tienen que caer. Y los lazos rojos que nos unen, su tensión, la caricia con la que nos mantenían en vínculo, ahora aprietan, restringen y asfixian.
¿No es hermoso, amor mío? ¿No es hermoso que nos alimentemos mutuamente con el último de nuestros alientos?
Si pudiera pedirle algo más al universo, si pudiera atreverme a un deseo final, sería el mismo que pedí al conocerte.
Nunca me olvides, ¿sí?