Resultaba incluso irónico creer que, a pesar de los años, había hábitos no perdidos. Desde aquella vez, hacia unos años, cuando conoció a Rayla... Que su musa e inspiración habían cambiado.
En algún momento sus pensamientos habían vagado hacia una maga oscura. Los lienzos en su cuaderno muchas veces convirtiéndose en bocetos de quien admiraba desde la distancia...

Casi le resultaba gracioso ver cómo eso había cambiado y que no era ahora una humana, una maga oscura, a quien muchas veces se encontraba dibujando distraídamente.
Recordando sus rasgos, sus facciones... Plasmando en un dibujo la belleza que él apreciaba en silencio. Ya no era una humana, sino una elfa. Una elfa que le arrancaba suspiros que se había ganado una confianza ciega y un amor incondicional. Aquella por quien daría la vida y sacrificaría sus propias creencias y límites con tal de salvarla si estaba en peligro.

Y ese día, no era excepción. Antes de que pudiera percatarse, de nuevo se encontró dibujandola a ella; Rayla. Una elfa que no sólo había sido una asesina. Ahora sabía que también era una ladrona, pues se había robado su corazón incluso antes de que se diera cuenta
Resultaba incluso irónico creer que, a pesar de los años, había hábitos no perdidos. Desde aquella vez, hacia unos años, cuando conoció a Rayla... Que su musa e inspiración habían cambiado. En algún momento sus pensamientos habían vagado hacia una maga oscura. Los lienzos en su cuaderno muchas veces convirtiéndose en bocetos de quien admiraba desde la distancia... Casi le resultaba gracioso ver cómo eso había cambiado y que no era ahora una humana, una maga oscura, a quien muchas veces se encontraba dibujando distraídamente. Recordando sus rasgos, sus facciones... Plasmando en un dibujo la belleza que él apreciaba en silencio. Ya no era una humana, sino una elfa. Una elfa que le arrancaba suspiros que se había ganado una confianza ciega y un amor incondicional. Aquella por quien daría la vida y sacrificaría sus propias creencias y límites con tal de salvarla si estaba en peligro. Y ese día, no era excepción. Antes de que pudiera percatarse, de nuevo se encontró dibujandola a ella; Rayla. Una elfa que no sólo había sido una asesina. Ahora sabía que también era una ladrona, pues se había robado su corazón incluso antes de que se diera cuenta
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