—¿Y si me compro un yate? —se preguntó la chica de pésima responsabilidad financiera, mientras los sobres de deudas se seguían apilando en el escritorio de su estudio— al menos en altamar no hay empresas de electricidad que te corten el servicio...
—¿Y si me compro un yate? —se preguntó la chica de pésima responsabilidad financiera, mientras los sobres de deudas se seguían apilando en el escritorio de su estudio— al menos en altamar no hay empresas de electricidad que te corten el servicio...