⠀⠀⠀⠀Para ella, dormir era un acto de travesía, no de descanso. Al cerrar los ojos, a veces, incluso sin intención, el suelo de su propia mente podía ceder, sumergiéndola en sueños que no le pertenecían, pesadillas ajenas, o recuerdos propios tan vívidos que, al despertar, la sombra de un sueño a menudo se posaba en su sillón, provocando que los límites entre lo soñado y lo vivido se desdibujaran hasta volverse irreconocibles.
⠀⠀⠀⠀Por esa razón, incluso tras doce horas de sueño, un cansancio profundo podía apoderarse de su cuerpo si no hacia uso de sus cristales, un agotamiento del alma que, en ocasiones, ni siquiera la magia podía disipar del todo; tal vez ese era el precio de vivir con un pie en cada lado.
⠀⠀⠀⠀Por esa razón, incluso tras doce horas de sueño, un cansancio profundo podía apoderarse de su cuerpo si no hacia uso de sus cristales, un agotamiento del alma que, en ocasiones, ni siquiera la magia podía disipar del todo; tal vez ese era el precio de vivir con un pie en cada lado.
⠀⠀⠀⠀Para ella, dormir era un acto de travesía, no de descanso. Al cerrar los ojos, a veces, incluso sin intención, el suelo de su propia mente podía ceder, sumergiéndola en sueños que no le pertenecían, pesadillas ajenas, o recuerdos propios tan vívidos que, al despertar, la sombra de un sueño a menudo se posaba en su sillón, provocando que los límites entre lo soñado y lo vivido se desdibujaran hasta volverse irreconocibles.
⠀⠀⠀⠀Por esa razón, incluso tras doce horas de sueño, un cansancio profundo podía apoderarse de su cuerpo si no hacia uso de sus cristales, un agotamiento del alma que, en ocasiones, ni siquiera la magia podía disipar del todo; tal vez ese era el precio de vivir con un pie en cada lado.

