Tenlo en cuenta al responder.
Crónica de la Luna IX – El alma que habita en mi (Final de la saga la luz de la luna)
Cuando Selin, la Elunai, murió protegiendo a su hija, no sólo ancló su alma en la Luna.
En aquel instante también quebró un ciclo antiguo, dormido desde el primer eclipse.
La niña que llevaba en su vientre jamás vio la luz.
Su pequeño corazón se apagó, pero su alma no desapareció.
Como un cristal quebrado por el choque del caos y la luna, se dividió en dos fragmentos.
Uno de esos fragmentos regresó al regazo de Elunai,
fundido con el eco plateado de Selin,
tejido con paciencia por Xinia, la raposa de luna.
El otro fragmento lo arrebató Shobu, espíritu ardiente del Sol,
y lo guardó en su fuego como una chispa perdida del origen.
Ambos fragmentos vagaron, dispersos en el cosmos,
hasta que los hilos del destino se entrelazaron en un solo cuerpo:
Lili, la Umbrélun.
Nacida con su propia alma, sí,
pero también con el alma de aquella heredera rota.
Dos voces latiendo en un solo corazón,
dos memorias buscando un mismo rostro en el espejo de la eternidad.
Su ser se mece entre sombras vivientes y susurros lunares,
alimentado por el caos de su padre y protegido por la herencia de Selin.
Pero en su interior arde un secreto aún sellado:
el poder del Sol y de la Luna, aguardando el momento de despertar.
Porque Lili no es sólo hija de la penumbra,
ni sólo guardiana del resplandor.
Es el Eclipse hecho carne:
la llama escondida en la sombra,
la sombra abrazada por la luz.
Un día, cuando las memorias de Xinia y Shobu regresen a llamarla,
cuando ambas almas en su interior dejen de luchar y comiencen a danzar,
el mundo volverá a presenciar el poder que Selin nunca imaginó.
"Porque a veces, en el silencio de la noche, algo despierta en mí.
No son palabras, sino luces que arden detrás de mis ojos,
dibujos de dragones lunares trazados en las estrellas.
El viento me susurra frases en lenguas que no alcanzo a descifrar,
y siento que mi alma no me pertenece por completo.
Es la otra voz, la otra mitad,
la que duerme y a la vez me guía.
No sé si es un don o una condena,
pero presiento que guarda el secreto de los dragones lunares,
aquellos custodios extintos que una vez velaron por el equilibrio.
Y aunque no comprendo su llamado,
sé que un día tendré que responder.
Porque lo que habita en mí
no es silencio, ni sombra, ni fuego…
es un Eclipse aguardando nacer."
Cuando Selin, la Elunai, murió protegiendo a su hija, no sólo ancló su alma en la Luna.
En aquel instante también quebró un ciclo antiguo, dormido desde el primer eclipse.
La niña que llevaba en su vientre jamás vio la luz.
Su pequeño corazón se apagó, pero su alma no desapareció.
Como un cristal quebrado por el choque del caos y la luna, se dividió en dos fragmentos.
Uno de esos fragmentos regresó al regazo de Elunai,
fundido con el eco plateado de Selin,
tejido con paciencia por Xinia, la raposa de luna.
El otro fragmento lo arrebató Shobu, espíritu ardiente del Sol,
y lo guardó en su fuego como una chispa perdida del origen.
Ambos fragmentos vagaron, dispersos en el cosmos,
hasta que los hilos del destino se entrelazaron en un solo cuerpo:
Lili, la Umbrélun.
Nacida con su propia alma, sí,
pero también con el alma de aquella heredera rota.
Dos voces latiendo en un solo corazón,
dos memorias buscando un mismo rostro en el espejo de la eternidad.
Su ser se mece entre sombras vivientes y susurros lunares,
alimentado por el caos de su padre y protegido por la herencia de Selin.
Pero en su interior arde un secreto aún sellado:
el poder del Sol y de la Luna, aguardando el momento de despertar.
Porque Lili no es sólo hija de la penumbra,
ni sólo guardiana del resplandor.
Es el Eclipse hecho carne:
la llama escondida en la sombra,
la sombra abrazada por la luz.
Un día, cuando las memorias de Xinia y Shobu regresen a llamarla,
cuando ambas almas en su interior dejen de luchar y comiencen a danzar,
el mundo volverá a presenciar el poder que Selin nunca imaginó.
"Porque a veces, en el silencio de la noche, algo despierta en mí.
No son palabras, sino luces que arden detrás de mis ojos,
dibujos de dragones lunares trazados en las estrellas.
El viento me susurra frases en lenguas que no alcanzo a descifrar,
y siento que mi alma no me pertenece por completo.
Es la otra voz, la otra mitad,
la que duerme y a la vez me guía.
No sé si es un don o una condena,
pero presiento que guarda el secreto de los dragones lunares,
aquellos custodios extintos que una vez velaron por el equilibrio.
Y aunque no comprendo su llamado,
sé que un día tendré que responder.
Porque lo que habita en mí
no es silencio, ni sombra, ni fuego…
es un Eclipse aguardando nacer."
Crónica de la Luna IX – El alma que habita en mi (Final de la saga la luz de la luna)
Cuando Selin, la Elunai, murió protegiendo a su hija, no sólo ancló su alma en la Luna.
En aquel instante también quebró un ciclo antiguo, dormido desde el primer eclipse.
La niña que llevaba en su vientre jamás vio la luz.
Su pequeño corazón se apagó, pero su alma no desapareció.
Como un cristal quebrado por el choque del caos y la luna, se dividió en dos fragmentos.
Uno de esos fragmentos regresó al regazo de Elunai,
fundido con el eco plateado de Selin,
tejido con paciencia por Xinia, la raposa de luna.
El otro fragmento lo arrebató Shobu, espíritu ardiente del Sol,
y lo guardó en su fuego como una chispa perdida del origen.
Ambos fragmentos vagaron, dispersos en el cosmos,
hasta que los hilos del destino se entrelazaron en un solo cuerpo:
Lili, la Umbrélun.
Nacida con su propia alma, sí,
pero también con el alma de aquella heredera rota.
Dos voces latiendo en un solo corazón,
dos memorias buscando un mismo rostro en el espejo de la eternidad.
Su ser se mece entre sombras vivientes y susurros lunares,
alimentado por el caos de su padre y protegido por la herencia de Selin.
Pero en su interior arde un secreto aún sellado:
el poder del Sol y de la Luna, aguardando el momento de despertar.
Porque Lili no es sólo hija de la penumbra,
ni sólo guardiana del resplandor.
Es el Eclipse hecho carne:
la llama escondida en la sombra,
la sombra abrazada por la luz.
Un día, cuando las memorias de Xinia y Shobu regresen a llamarla,
cuando ambas almas en su interior dejen de luchar y comiencen a danzar,
el mundo volverá a presenciar el poder que Selin nunca imaginó.
"Porque a veces, en el silencio de la noche, algo despierta en mí.
No son palabras, sino luces que arden detrás de mis ojos,
dibujos de dragones lunares trazados en las estrellas.
El viento me susurra frases en lenguas que no alcanzo a descifrar,
y siento que mi alma no me pertenece por completo.
Es la otra voz, la otra mitad,
la que duerme y a la vez me guía.
No sé si es un don o una condena,
pero presiento que guarda el secreto de los dragones lunares,
aquellos custodios extintos que una vez velaron por el equilibrio.
Y aunque no comprendo su llamado,
sé que un día tendré que responder.
Porque lo que habita en mí
no es silencio, ni sombra, ni fuego…
es un Eclipse aguardando nacer."
