Está noche... En el sendero que @ɱ૦ՐƿҺ૯υς me ha abierto, he visto tu rostro, @♱ Ꭺꮮꭲꭼꭱ 𝕽𝖔𝖇𝖎𝖓 🎵🎶 hija de la armonía… y también he visto las grietas donde la luz se apaga. Conozco el peso de una pérdida que arranca el aliento y de cómo el vacío puede devorar hasta vestir el alma de sombras. No temas a esas sombras… acéptalas, pues negarlas es negarte a ti misma. Pero recuerda: no toda mano que te toque buscará sanar, ni todo oído que te escuche guardará silencio.
En mi camino, hallé un día una aldea reducida a brasas, un olor que se me clavó como una espina. Allí vivía un hombre honrado, viudo, que arriesgó todo por el equilibrio: dos niñas pequeñas que lo esperaban, y una voluntad férrea para señalarme los generales noxianos que amenazaban Jonia. Ahora, sólo el viento susurra donde una vez hubo risas.
Ese mismo aroma… lo siento aquí, contigo. Y cuando el equilibrio es perturbado, siempre hay heridas que sanar. A veces, el modo de hacerlo se presenta… por sí solo.
En mi camino, hallé un día una aldea reducida a brasas, un olor que se me clavó como una espina. Allí vivía un hombre honrado, viudo, que arriesgó todo por el equilibrio: dos niñas pequeñas que lo esperaban, y una voluntad férrea para señalarme los generales noxianos que amenazaban Jonia. Ahora, sólo el viento susurra donde una vez hubo risas.
Ese mismo aroma… lo siento aquí, contigo. Y cuando el equilibrio es perturbado, siempre hay heridas que sanar. A veces, el modo de hacerlo se presenta… por sí solo.
Está noche... En el sendero que @[Oneiros_88] me ha abierto, he visto tu rostro, @[Robin] hija de la armonía… y también he visto las grietas donde la luz se apaga. Conozco el peso de una pérdida que arranca el aliento y de cómo el vacío puede devorar hasta vestir el alma de sombras. No temas a esas sombras… acéptalas, pues negarlas es negarte a ti misma. Pero recuerda: no toda mano que te toque buscará sanar, ni todo oído que te escuche guardará silencio.
En mi camino, hallé un día una aldea reducida a brasas, un olor que se me clavó como una espina. Allí vivía un hombre honrado, viudo, que arriesgó todo por el equilibrio: dos niñas pequeñas que lo esperaban, y una voluntad férrea para señalarme los generales noxianos que amenazaban Jonia. Ahora, sólo el viento susurra donde una vez hubo risas.
Ese mismo aroma… lo siento aquí, contigo. Y cuando el equilibrio es perturbado, siempre hay heridas que sanar. A veces, el modo de hacerlo se presenta… por sí solo.

