El amor…
Empalaga como néctar antiguo servido en copas de cristal quebrado,
te desliza entre susurros hasta las cimas donde las estrellas lloran,
con aroma a rosas recién despiertas,
y promesas bordadas en hilo dorado
que, al rozar el tiempo, se deshilachan sin piedad.

El amor es fuego que danza en las venas,
luz que enceguece con ternura
y cuchillo envuelto en caricias.
Rompe el alma como una ola de invierno
contra la barca frágil de la inocencia.

Cuando los pétalos se posan como visiones sobre tus ojos,
y de tu boca solo nacen suspiros —
lamentos dulces y breves como canciones olvidadas —
ya has caído.
No en el abismo, sino en el altar del amor,
donde el sacrificio viste ropas de ilusión.

Las espinas no anuncian su llegada.
Corren como amantes fugaces,
silenciosas como traiciones al alba,
y se hunden sin tregua en el corazón desnudo,
ese que canta sin saber que cada nota
es una herida por venir.

El carmesí se derrama como río encantado
por cada promesa pronunciada entre suspiros,
por cada rosa entregada como juramento de eternidad
que, al marchitarse, deja su aroma
impreso en el recuerdo y su sombra
en la piel que amó demasiado.

Cada espina, testigo de una esperanza vencida.
Cada pétalo, una memoria que se rehúsa a morir.
Y el jardín que fue edén,
ahora es templo de ruinas bendecidas por la lluvia.

Pero aun así…
Volvemos.
Como lunas que no saben ser otra cosa que luz reflejada.
Amamos aún sabiendo que la belleza se disfraza de dolor,
que el amor es un acto de fe en el caos.

Porque sólo entre espinas
nace la flor que desafía la muerte,
la que no promete eternidad,
pero sí verdad.
Y esa verdad, aunque doliente,
es la más pura forma de sentir.
#rol
El amor… Empalaga como néctar antiguo servido en copas de cristal quebrado, te desliza entre susurros hasta las cimas donde las estrellas lloran, con aroma a rosas recién despiertas, y promesas bordadas en hilo dorado que, al rozar el tiempo, se deshilachan sin piedad. El amor es fuego que danza en las venas, luz que enceguece con ternura y cuchillo envuelto en caricias. Rompe el alma como una ola de invierno contra la barca frágil de la inocencia. Cuando los pétalos se posan como visiones sobre tus ojos, y de tu boca solo nacen suspiros — lamentos dulces y breves como canciones olvidadas — ya has caído. No en el abismo, sino en el altar del amor, donde el sacrificio viste ropas de ilusión. Las espinas no anuncian su llegada. Corren como amantes fugaces, silenciosas como traiciones al alba, y se hunden sin tregua en el corazón desnudo, ese que canta sin saber que cada nota es una herida por venir. El carmesí se derrama como río encantado por cada promesa pronunciada entre suspiros, por cada rosa entregada como juramento de eternidad que, al marchitarse, deja su aroma impreso en el recuerdo y su sombra en la piel que amó demasiado. Cada espina, testigo de una esperanza vencida. Cada pétalo, una memoria que se rehúsa a morir. Y el jardín que fue edén, ahora es templo de ruinas bendecidas por la lluvia. Pero aun así… Volvemos. Como lunas que no saben ser otra cosa que luz reflejada. Amamos aún sabiendo que la belleza se disfraza de dolor, que el amor es un acto de fe en el caos. Porque sólo entre espinas nace la flor que desafía la muerte, la que no promete eternidad, pero sí verdad. Y esa verdad, aunque doliente, es la más pura forma de sentir. #rol
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