El joven de cabellos rubios había salido del colegio hace unas horas. Dejó su mochila sobre una banca cercana y se dirigió a la cancha con su balón en mano. Practicar básquetbol era la única forma que conocía para liberar el estrés, para silenciar todo lo que lo atormentaba, especialmente la desagradable escena que había vivido con su profesor en el casino del colegio.
Al principio, su mirada estaba vacía, desganada… pero a medida que los tiros a la canasta iban conectando, su expresión empezó a cambiar. Poco a poco, una chispa volvió a sus ojos y esa sonrisa tan suya, esa que iluminaba incluso el rincón más oscuro de la noche, reapareció. El sudor le perlaba la frente, y por un momento sintió que estaba en control de nuevo.
Pero entonces… las imágenes volvieron. La derrota en el torneo, el esfuerzo desperdiciado, las expectativas rotas. El golpe a su ego fue más fuerte de lo que quiso admitir.
Se detuvo en seco.
—No lo logré… —susurró, con la voz quebrada.
Se dejó caer con fuerza al suelo, sin preocuparse por lo sucio o duro que estuviera. El balón rodó un poco, pero quedó atrapado entre sus piernas. Bajó la cabeza, clavando la mirada en el suelo, mientras las lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas ardientes. Sus hombros temblaban levemente con cada sollozo, y pequeños hipidos escapaban entre sus labios.
Era un joven extrovertido, lleno de energía, pero en ese instante solo quedaba un muchacho frustrado, herido por no haber alcanzado lo que tanto anhelaba.
Al principio, su mirada estaba vacía, desganada… pero a medida que los tiros a la canasta iban conectando, su expresión empezó a cambiar. Poco a poco, una chispa volvió a sus ojos y esa sonrisa tan suya, esa que iluminaba incluso el rincón más oscuro de la noche, reapareció. El sudor le perlaba la frente, y por un momento sintió que estaba en control de nuevo.
Pero entonces… las imágenes volvieron. La derrota en el torneo, el esfuerzo desperdiciado, las expectativas rotas. El golpe a su ego fue más fuerte de lo que quiso admitir.
Se detuvo en seco.
—No lo logré… —susurró, con la voz quebrada.
Se dejó caer con fuerza al suelo, sin preocuparse por lo sucio o duro que estuviera. El balón rodó un poco, pero quedó atrapado entre sus piernas. Bajó la cabeza, clavando la mirada en el suelo, mientras las lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas ardientes. Sus hombros temblaban levemente con cada sollozo, y pequeños hipidos escapaban entre sus labios.
Era un joven extrovertido, lleno de energía, pero en ese instante solo quedaba un muchacho frustrado, herido por no haber alcanzado lo que tanto anhelaba.
El joven de cabellos rubios había salido del colegio hace unas horas. Dejó su mochila sobre una banca cercana y se dirigió a la cancha con su balón en mano. Practicar básquetbol era la única forma que conocía para liberar el estrés, para silenciar todo lo que lo atormentaba, especialmente la desagradable escena que había vivido con su profesor en el casino del colegio.
Al principio, su mirada estaba vacía, desganada… pero a medida que los tiros a la canasta iban conectando, su expresión empezó a cambiar. Poco a poco, una chispa volvió a sus ojos y esa sonrisa tan suya, esa que iluminaba incluso el rincón más oscuro de la noche, reapareció. El sudor le perlaba la frente, y por un momento sintió que estaba en control de nuevo.
Pero entonces… las imágenes volvieron. La derrota en el torneo, el esfuerzo desperdiciado, las expectativas rotas. El golpe a su ego fue más fuerte de lo que quiso admitir.
Se detuvo en seco.
—No lo logré… —susurró, con la voz quebrada.
Se dejó caer con fuerza al suelo, sin preocuparse por lo sucio o duro que estuviera. El balón rodó un poco, pero quedó atrapado entre sus piernas. Bajó la cabeza, clavando la mirada en el suelo, mientras las lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas ardientes. Sus hombros temblaban levemente con cada sollozo, y pequeños hipidos escapaban entre sus labios.
Era un joven extrovertido, lleno de energía, pero en ese instante solo quedaba un muchacho frustrado, herido por no haber alcanzado lo que tanto anhelaba.

