饾懌饾拪饾拏饾挀饾拪饾拹饾挃 饾拹饾拸饾拪饾挀饾拪饾拕饾拹饾挃 #4
La luz rojiza de los farolillos se reflejaba en la humedad de la noche.
La fragancia floral del jazmín flotaba desde un estanque cercano mezclándose en el aire con el aroma de té verde recién infusionado.
Los grillos entonaban un coro acompañando la melodía de un Banhu que parecía proceder del interior de todos nosotros.
La gente se paseaba por las calles al compás, con ritmo lento, casi flotando sobre los antiguos adoquines. Todos parecían seguir una línea imaginaria e imperturbable, mirando al frente, con una expresión oculta bajo una máscara de porcelana con rasgos de zorro.
Maomao era la única con el rostro desnudo, la única cuya expresión era visible para todos.
Miró a su alrededor buscando algo con lo que ocultar su cara.
No quería ser descubierta como una intrusa en aquel juego al que parecía no haber sido invitada.
La luz rojiza de los farolillos se reflejaba en la humedad de la noche.
La fragancia floral del jazmín flotaba desde un estanque cercano mezclándose en el aire con el aroma de té verde recién infusionado.
Los grillos entonaban un coro acompañando la melodía de un Banhu que parecía proceder del interior de todos nosotros.
La gente se paseaba por las calles al compás, con ritmo lento, casi flotando sobre los antiguos adoquines. Todos parecían seguir una línea imaginaria e imperturbable, mirando al frente, con una expresión oculta bajo una máscara de porcelana con rasgos de zorro.
Maomao era la única con el rostro desnudo, la única cuya expresión era visible para todos.
Miró a su alrededor buscando algo con lo que ocultar su cara.
No quería ser descubierta como una intrusa en aquel juego al que parecía no haber sido invitada.
饾懌饾拪饾拏饾挀饾拪饾拹饾挃 饾拹饾拸饾拪饾挀饾拪饾拕饾拹饾挃 #4
La luz rojiza de los farolillos se reflejaba en la humedad de la noche.
La fragancia floral del jazmín flotaba desde un estanque cercano mezclándose en el aire con el aroma de té verde recién infusionado.
Los grillos entonaban un coro acompañando la melodía de un Banhu que parecía proceder del interior de todos nosotros.
La gente se paseaba por las calles al compás, con ritmo lento, casi flotando sobre los antiguos adoquines. Todos parecían seguir una línea imaginaria e imperturbable, mirando al frente, con una expresión oculta bajo una máscara de porcelana con rasgos de zorro.
Maomao era la única con el rostro desnudo, la única cuya expresión era visible para todos.
Miró a su alrededor buscando algo con lo que ocultar su cara.
No quería ser descubierta como una intrusa en aquel juego al que parecía no haber sido invitada.
