El Olimpo rugía cada vez que su pie lo tocaba. Así era al principio. Los truenos eran su voz. El cielo, su trono. Los dioses lo seguían, los hombres lo temían, y las nubes se abrían solo para él. Zeus, rey de reyes, padre de la tormenta, hijo del Titán que devoraba y hermano de la noche y del abismo. Pero incluso los cielos tienen límites....