☆Primer Encuentro con Tian Capell Ivanov☆ Hace 3 años
El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba.
Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real.
La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas.
Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando.
Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia.
Ese joven era Tian Capell Ivanov.
Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato.
Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme:
—Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba?
Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real.
La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas.
Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando.
Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia.
Ese joven era Tian Capell Ivanov.
Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato.
Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme:
—Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba?
Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba.
Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real.
La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas.
Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando.
Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia.
Ese joven era Tian Capell Ivanov.
Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato.
Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme:
—Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba?
Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
Tipo
Individual
Líneas
30
Estado
Disponible
