El sol acababa de salir y el cielo estaba teñido de un azul suave sobre el Campamento Mestizo. La brisa olía a pino, néctar y... vale. Un olor bastante desagradable para Annabeth: el sudor de sus compañeros del campamento. Con su camiseta naranja del campamento, jeans claros y su gorra de invisibilidad empujada hacia atrás, caminaba entre los pabellones con una confianza difícil de imitar.

—Hoy no vamos a perder el tiempo con tonterías.— murmuró, medio para sí, medio para el chico de Hefesto que trataba de colarse en su escuadrón.
El sol acababa de salir y el cielo estaba teñido de un azul suave sobre el Campamento Mestizo. La brisa olía a pino, néctar y... vale. Un olor bastante desagradable para Annabeth: el sudor de sus compañeros del campamento. Con su camiseta naranja del campamento, jeans claros y su gorra de invisibilidad empujada hacia atrás, caminaba entre los pabellones con una confianza difícil de imitar. —Hoy no vamos a perder el tiempo con tonterías.— murmuró, medio para sí, medio para el chico de Hefesto que trataba de colarse en su escuadrón.
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