Se había despertado antes que los demás, mientras unos dormían, ella se hallaba sentada en el pasto con las piernas cruzadas. Su espada descansaba sobre sus rodillas mientras deslizaba la piedra de afilar con precisión a lo largo del filo en un movimiento constante. El cabello rubio, recogido en un moño alto y práctico, dejaba ver su nuca perlada por el sudor y su rostro tenso. Sus ojos grises, fijos en el acero con una expresión concentrada. Totalmente enfocada en lo que hacía, hasta que notó tu presencia. Casi por instinto blandió la espada, pero se relajó luego de ver que no se trataba de monstruo alguno.
—¿Vienes a mirar?
—¿Vienes a mirar?
Se había despertado antes que los demás, mientras unos dormían, ella se hallaba sentada en el pasto con las piernas cruzadas. Su espada descansaba sobre sus rodillas mientras deslizaba la piedra de afilar con precisión a lo largo del filo en un movimiento constante. El cabello rubio, recogido en un moño alto y práctico, dejaba ver su nuca perlada por el sudor y su rostro tenso. Sus ojos grises, fijos en el acero con una expresión concentrada. Totalmente enfocada en lo que hacía, hasta que notó tu presencia. Casi por instinto blandió la espada, pero se relajó luego de ver que no se trataba de monstruo alguno.
—¿Vienes a mirar?


