Antetodo, encendió la calefacción. Luego, la luz. Los ruidos de la lejana avenida vibraban a través de los muros del departamento.

Dejó la bolsa de color verde militar encima de una pila de ropa sucia en el cuarto de lavado.

Abrió las cortinas de la sala. El sol del amanecer estaba a punto de asomar. La ciudad recién despertaba. Pero su jornada sólo había terminado.

En la cocina, había una pila de tazas por lavar. El lavavajillas estaba lleno de platos por guardar.

Desearía llegar a una casa limpia, para variar.

Arrastró los pasos. El cansancio acumulado de toda una semana en el cuartel pesaba sobre sus hombros. No dormiría aún. Si no limpiaba ahora, sólo sería peor la próxima vez.

Qué ganas tenía de comer un bistec a la parrilla. Tierno, en su punto más jugoso, pero a la vez caliente y bien sellado. Sazonado sólo con sal y algo de mostaza. Fresco, sin recalentar.

Desearía no tener que cocinar.

Empezó por sacar la basura. No era demasiada. Después, puso la ropa a lavar. Esa sí era mucha. Lavó las tazas y las dejó escurrir. Vació el lavavajillas poco a poco. Tendió la cama y guardó la ropa. Se conformó con un par de huevos crudos y una taza de leche caliente.

Se sentó en el sofá. El sol se coló por la ventana iluminando la alfombra peluda bajo sus pies descalzos.

Cerró los ojos.
Antetodo, encendió la calefacción. Luego, la luz. Los ruidos de la lejana avenida vibraban a través de los muros del departamento. Dejó la bolsa de color verde militar encima de una pila de ropa sucia en el cuarto de lavado. Abrió las cortinas de la sala. El sol del amanecer estaba a punto de asomar. La ciudad recién despertaba. Pero su jornada sólo había terminado. En la cocina, había una pila de tazas por lavar. El lavavajillas estaba lleno de platos por guardar. Desearía llegar a una casa limpia, para variar. Arrastró los pasos. El cansancio acumulado de toda una semana en el cuartel pesaba sobre sus hombros. No dormiría aún. Si no limpiaba ahora, sólo sería peor la próxima vez. Qué ganas tenía de comer un bistec a la parrilla. Tierno, en su punto más jugoso, pero a la vez caliente y bien sellado. Sazonado sólo con sal y algo de mostaza. Fresco, sin recalentar. Desearía no tener que cocinar. Empezó por sacar la basura. No era demasiada. Después, puso la ropa a lavar. Esa sí era mucha. Lavó las tazas y las dejó escurrir. Vació el lavavajillas poco a poco. Tendió la cama y guardó la ropa. Se conformó con un par de huevos crudos y una taza de leche caliente. Se sentó en el sofá. El sol se coló por la ventana iluminando la alfombra peluda bajo sus pies descalzos. Cerró los ojos.
Me gusta
Me encocora
8
19 turnos 0 maullidos
Patrocinados
Patrocinados