Los rumores se habían esparcido como la espuma, tras la caída de Tysea y Arneris, ambos reinos al sur de Asernova, la muerte del Rey y los príncipes que al igual que su padre habían perdido la vida en batalla, la caída del enemigo y la posterior desaparición de la Reina, aquella noticia había llenado las calles y callejones de La Ecria, que poco a poco despertaban entre sonidos y murmullos, se llenaban de de música y cadenas de flores.
La reina volvía, los habitantes del reino veían en aquel retorno la esperanza de salir de aquella tristeza y caos que lo había invadido todo desde aquella batalla. El luto que habían guardado por su rey; Príncipe de los vanyar, había sido largo, pero no solo reflejaba la tristeza de perderlo a él y a sus príncipes guardianes si no la perdida de su propia esperanza, su vida tranquila que cayó esa noche ante el fuego, las espadas y el dolor.
Las trompetas comenzaron a sonar cuando los cascos de aquel corcel resonaron sobre las baldosas del suelo, las manos de Nazli sostenían con firmeza las riendas de este, mientras miraba al frente dudo brevemente, sentía haberles fallado, uno de sus guardias tocó su mano, con suavidad —Ya está en casa, Majestad— Esas simples palabras sirvieron para calmarla. Nazli Teriat, reina de Asernova, regresaba a su reino.
La reina volvía, los habitantes del reino veían en aquel retorno la esperanza de salir de aquella tristeza y caos que lo había invadido todo desde aquella batalla. El luto que habían guardado por su rey; Príncipe de los vanyar, había sido largo, pero no solo reflejaba la tristeza de perderlo a él y a sus príncipes guardianes si no la perdida de su propia esperanza, su vida tranquila que cayó esa noche ante el fuego, las espadas y el dolor.
Las trompetas comenzaron a sonar cuando los cascos de aquel corcel resonaron sobre las baldosas del suelo, las manos de Nazli sostenían con firmeza las riendas de este, mientras miraba al frente dudo brevemente, sentía haberles fallado, uno de sus guardias tocó su mano, con suavidad —Ya está en casa, Majestad— Esas simples palabras sirvieron para calmarla. Nazli Teriat, reina de Asernova, regresaba a su reino.
Los rumores se habían esparcido como la espuma, tras la caída de Tysea y Arneris, ambos reinos al sur de Asernova, la muerte del Rey y los príncipes que al igual que su padre habían perdido la vida en batalla, la caída del enemigo y la posterior desaparición de la Reina, aquella noticia había llenado las calles y callejones de La Ecria, que poco a poco despertaban entre sonidos y murmullos, se llenaban de de música y cadenas de flores.
La reina volvía, los habitantes del reino veían en aquel retorno la esperanza de salir de aquella tristeza y caos que lo había invadido todo desde aquella batalla. El luto que habían guardado por su rey; Príncipe de los vanyar, había sido largo, pero no solo reflejaba la tristeza de perderlo a él y a sus príncipes guardianes si no la perdida de su propia esperanza, su vida tranquila que cayó esa noche ante el fuego, las espadas y el dolor.
Las trompetas comenzaron a sonar cuando los cascos de aquel corcel resonaron sobre las baldosas del suelo, las manos de Nazli sostenían con firmeza las riendas de este, mientras miraba al frente dudo brevemente, sentía haberles fallado, uno de sus guardias tocó su mano, con suavidad —Ya está en casa, Majestad— Esas simples palabras sirvieron para calmarla. Nazli Teriat, reina de Asernova, regresaba a su reino.
