El Despertar de la Aurora Silenciosa No fue un rayo de luz lo que la despertó.
Ni el canto de un ave, ni una voz que llamara su nombre.
Fue el aroma del fuego vivo, del incienso suave, y el susurro templado del bosque que respiraba en equilibrio.
Fue el crujido apacible de la madera…
Y el calor de unas sábanas bien tejidas, suaves como la leche de las nubes, que acariciaban su piel con respeto y ternura....