El sol matinal caía suavemente sobre los árboles, dejando rayos dorados entre las ramas y avivando el color dorado de los cabellos de Annabeth. Estaba junto al campo de batalla improvisado, con su camiseta del Campamento Mestizo empapada de sudor tras el entrenamiento. Con una sonrisa en los labios y el cabello recogido de forma despreocupada, mordía el cordón de su collar de cuentas mientras se miraba en dirección a tí.

—Muy buenos días— Saludó sin dejar de atarse el cabello— Lástima que el entrenamiento ha acabado, pero ven, podemos ir a desayunar.

En su voz resonaba la energía con la que ese día había despertado.
El sol matinal caía suavemente sobre los árboles, dejando rayos dorados entre las ramas y avivando el color dorado de los cabellos de Annabeth. Estaba junto al campo de batalla improvisado, con su camiseta del Campamento Mestizo empapada de sudor tras el entrenamiento. Con una sonrisa en los labios y el cabello recogido de forma despreocupada, mordía el cordón de su collar de cuentas mientras se miraba en dirección a tí. —Muy buenos días— Saludó sin dejar de atarse el cabello— Lástima que el entrenamiento ha acabado, pero ven, podemos ir a desayunar. En su voz resonaba la energía con la que ese día había despertado.
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