Catch me. I catch you.
Fandom The Animals
Categoría Acción
con ꧁ঔৣ☬✞ 𝕮𝖗𝖔𝖜 ✞☬ঔৣ꧂

Dos años pasaron desde la disolución de The Animals, pero Wolf había hecho el esfuerzo de mantenerse en contacto, más con algunos, menos con otros. Con Crow, las cosas eran especialmente complicadas: la tensión entre ambos no había terminado de desaparecer con el tiempo, solo se había vuelto más silenciosa, más controlada. Aun así, Wolf jamás desaprovechaba una oportunidad para saber de él, aunque fuera desde lejos, sin un contacto real.

Esa misma mañana, la noticia le alcanzó en el taller mecánico donde pretendía ganarse la vida: Zeta, ex piloto profesional convertido en leyenda del asfalto clandestino, estaba organizando una carrera en los márgenes del Bronx, una ruta ilegal que atravesaba túneles en desuso, vías de tren, calles abandonadas y tramos abiertos al tránsito civil. Y sólo los mejores serían invitados.

Wolf lo supo al instante: Crow estaría allí.

Habían pasado tres meses desde la última vez que lo vio. Tres meses sin su voz, sin su aroma, sin ese brillo calculador en sus ojos. Wolf no se engañaba: le extrañaba, le necesitaba, e iría a por él.

No se inscribió, no se presentó en la línea de salida. Esperó. Paciente, oculto en las calles aledañas. Conocía el recorrido, conocía New York como la palma de su mano, y dejó que la carrera avanzara para luego, a mitad de recorrido, unirse al circuito.

Su motocicleta rugió como un animal liberado mientras tomaba una curva para aparecer junto al auto de Crow. El casco cubría su cabeza, ocultaba su rostro, pero nunca podría disfrazar su talle, su porte.

El cuerpo tendido sobre el manillar en perfecta comunión con su bestia motorizada.

Cuando lo tuvo a su lado, aceleró. El motor respondió con fiereza, vibrando con furia. Fue una provocación clara, una llamada. Un desafío, solo ellos dos, como en los viejos tiempos. Nada que decir, nada que explicar.
con [TheCrow] Dos años pasaron desde la disolución de The Animals, pero Wolf había hecho el esfuerzo de mantenerse en contacto, más con algunos, menos con otros. Con Crow, las cosas eran especialmente complicadas: la tensión entre ambos no había terminado de desaparecer con el tiempo, solo se había vuelto más silenciosa, más controlada. Aun así, Wolf jamás desaprovechaba una oportunidad para saber de él, aunque fuera desde lejos, sin un contacto real. Esa misma mañana, la noticia le alcanzó en el taller mecánico donde pretendía ganarse la vida: Zeta, ex piloto profesional convertido en leyenda del asfalto clandestino, estaba organizando una carrera en los márgenes del Bronx, una ruta ilegal que atravesaba túneles en desuso, vías de tren, calles abandonadas y tramos abiertos al tránsito civil. Y sólo los mejores serían invitados. Wolf lo supo al instante: Crow estaría allí. Habían pasado tres meses desde la última vez que lo vio. Tres meses sin su voz, sin su aroma, sin ese brillo calculador en sus ojos. Wolf no se engañaba: le extrañaba, le necesitaba, e iría a por él. No se inscribió, no se presentó en la línea de salida. Esperó. Paciente, oculto en las calles aledañas. Conocía el recorrido, conocía New York como la palma de su mano, y dejó que la carrera avanzara para luego, a mitad de recorrido, unirse al circuito. Su motocicleta rugió como un animal liberado mientras tomaba una curva para aparecer junto al auto de Crow. El casco cubría su cabeza, ocultaba su rostro, pero nunca podría disfrazar su talle, su porte. El cuerpo tendido sobre el manillar en perfecta comunión con su bestia motorizada. Cuando lo tuvo a su lado, aceleró. El motor respondió con fiereza, vibrando con furia. Fue una provocación clara, una llamada. Un desafío, solo ellos dos, como en los viejos tiempos. Nada que decir, nada que explicar.
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