Silencio.
Un arma habla y el mundo se ve forzado a escuchar. Un silencio obligatorio, consecuencia inevitable del rugido de la pólvora y el acero, que a todo envuelve sin preguntar.
¿Y a qué acompaña el silencio?
Nada.
Aturdido su ser entero, no podía ser más que un espectador. Presenciando el cuerpo de IRys desplomarse cuando le tocó recibir el letal beso del plomo. ¿Quién, por qué? No sabía. No importaba justo ahora.
. . .
La escena, más breve que un segundo, no dejaba de rebobinarse en su mente. Yris, ahora postrada en una cama de hospital, era la protagonista de ese bucle infinito, y la bala su coestrella.
Su mano, pálida y carente de su usual vitalidad, no dejaba de sostener. Quería mirarla, se sentía culpable al no hacerlo, mas decidía ver al suelo, sólo para calmar momentáneamente esa tortura que sus recuerdos no dejaban de infligir.
—Voy a hacerlos pagar. Quien sea que haya hecho esto, no tiene idea de lo que espera.
Un arma habla y el mundo se ve forzado a escuchar. Un silencio obligatorio, consecuencia inevitable del rugido de la pólvora y el acero, que a todo envuelve sin preguntar.
¿Y a qué acompaña el silencio?
Nada.
Aturdido su ser entero, no podía ser más que un espectador. Presenciando el cuerpo de IRys desplomarse cuando le tocó recibir el letal beso del plomo. ¿Quién, por qué? No sabía. No importaba justo ahora.
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La escena, más breve que un segundo, no dejaba de rebobinarse en su mente. Yris, ahora postrada en una cama de hospital, era la protagonista de ese bucle infinito, y la bala su coestrella.
Su mano, pálida y carente de su usual vitalidad, no dejaba de sostener. Quería mirarla, se sentía culpable al no hacerlo, mas decidía ver al suelo, sólo para calmar momentáneamente esa tortura que sus recuerdos no dejaban de infligir.
—Voy a hacerlos pagar. Quien sea que haya hecho esto, no tiene idea de lo que espera.
Silencio.
Un arma habla y el mundo se ve forzado a escuchar. Un silencio obligatorio, consecuencia inevitable del rugido de la pólvora y el acero, que a todo envuelve sin preguntar.
¿Y a qué acompaña el silencio?
Nada.
Aturdido su ser entero, no podía ser más que un espectador. Presenciando el cuerpo de [Pink_pony_girl] desplomarse cuando le tocó recibir el letal beso del plomo. ¿Quién, por qué? No sabía. No importaba justo ahora.
. . .
La escena, más breve que un segundo, no dejaba de rebobinarse en su mente. Yris, ahora postrada en una cama de hospital, era la protagonista de ese bucle infinito, y la bala su coestrella.
Su mano, pálida y carente de su usual vitalidad, no dejaba de sostener. Quería mirarla, se sentía culpable al no hacerlo, mas decidía ver al suelo, sólo para calmar momentáneamente esa tortura que sus recuerdos no dejaban de infligir.
—Voy a hacerlos pagar. Quien sea que haya hecho esto, no tiene idea de lo que espera.


