La noche era un lienzo rasgado, la neblina de la ciudad cubría las calles, sus luces parpadeantes teñidas por el polvo y la melancolía que parecían emanar del propio asfalto. Svetla caminaba por una avenida vacía, con el crujir de sus botas marcando el paso del tiempo. Había estado en este rincón del mundo solo un par de semanas, pero ya sentía la familiar presión en el aire: los Vigilantes, como sombras persistentes, siempre encontraban la manera de acercarse si se quedaba demasiado tiempo en un solo lugar.

A su lado, Luc la seguía; un alma atrapada entre dimensiones, siempre cerca, siempre observando, solo visible ante ella, su forma traslúcida e intangible deslizándose como una sombra en el borde de su visión. El espectro giraba despreocupadamente una moneda entre sus dedos, y la castaña permanecía absorta en sus pensamientos.

— ¿Sabes lo que he notado? —dijo ella finalmente, su voz como un susurro que corto el silencio entre ambos— la mayoría de los problemas de los humanos parecen girar en torno al amor. Amor perdido, amor no correspondido, amor que se transforma en odio. Es como si no pudieran vivir con el...y tampoco sin el.

Luc dejó de jugar con la moneda y se deslizó alrededor de ella, arqueando una ceja, curioso.

̶ ̶ ¿̶Y̶ ̶e̶s̶o̶.̶.̶.̶t̶e̶ ̶s̶o̶r̶p̶r̶e̶n̶d̶e̶?̶ ̶ —preguntó, con un tono tenido de su habitual sarcasmo— ̶n̶o̶ ̶e̶s̶ ̶d̶i̶f̶e̶r̶e̶n̶t̶e̶ ̶a̶l̶ ̶c̶a̶o̶s̶,̶ ̶¿̶s̶a̶b̶e̶s̶?̶ ̶A̶m̶b̶o̶s̶ ̶s̶o̶n̶ ̶i̶m̶p̶r̶e̶d̶e̶c̶i̶b̶l̶e̶s̶,̶ ̶a̶b̶s̶u̶r̶d̶a̶m̶e̶n̶t̶e̶ ̶p̶o̶d̶e̶r̶o̶s̶o̶s̶ ̶y̶.̶.̶.̶c̶a̶s̶i̶ ̶s̶i̶e̶m̶p̶r̶e̶ ̶t̶e̶r̶m̶i̶n̶a̶n̶ ̶h̶a̶c̶i̶e̶n̶d̶o̶ ̶m̶á̶s̶ ̶d̶a̶ñ̶o̶ ̶q̶u̶e̶ ̶b̶i̶e̶n̶.̶̶

Un resoplido sarcástico escapó de los labios de Svetla, quién detuvo su marcha. En su rostro apareció un breve destello de incertidumbre que no siempre mostraba.

— Lo dices como si el amor fuera un arma

— ¿̶Y̶ ̶n̶o̶ ̶l̶o̶ ̶e̶s̶?̶ —replicó Luc, flotando delante de ella para mirarla a los ojos— ¿̶C̶u̶a̶n̶t̶o̶s̶ ̶d̶e̶s̶e̶o̶s̶ ̶h̶a̶s̶ ̶c̶o̶n̶c̶e̶d̶i̶d̶o̶ ̶a̶ ̶m̶o̶r̶t̶a̶l̶e̶s̶ ̶q̶u̶e̶ ̶b̶u̶s̶c̶a̶n̶ ̶r̶e̶m̶e̶d̶i̶a̶r̶ ̶s̶u̶ ̶s̶u̶f̶r̶i̶m̶i̶e̶n̶t̶o̶ ̶a̶m̶o̶r̶o̶s̶o̶?̶ ̶¿̶c̶u̶a̶n̶t̶o̶s̶ ̶h̶a̶n̶ ̶c̶a̶m̶b̶i̶a̶d̶o̶ ̶t̶o̶d̶a̶ ̶s̶u̶ ̶v̶i̶d̶a̶ ̶p̶o̶r̶ ̶u̶n̶a̶ ̶o̶p̶o̶r̶t̶u̶n̶i̶d̶a̶d̶ ̶q̶u̶e̶ ̶s̶e̶ ̶a̶s̶e̶m̶e̶j̶e̶ ̶a̶l̶ ̶a̶m̶o̶r̶?̶ ̶¿̶c̶u̶á̶n̶t̶o̶s̶ ̶h̶a̶n̶ ̶h̶e̶c̶h̶o̶ ̶d̶a̶ñ̶o̶ ̶p̶o̶r̶ ̶a̶m̶o̶r̶?̶ ̶¿̶c̶u̶á̶n̶t̶o̶s̶ ̶h̶a̶n̶ ̶p̶e̶r̶d̶i̶d̶o̶ ̶p̶o̶r̶ ̶a̶m̶o̶r̶?̶ ̶Y̶ ̶d̶i̶m̶e̶,̶ ̶S̶v̶e̶t̶l̶a̶,̶ ̶¿̶c̶u̶á̶n̶t̶o̶s̶ ̶d̶e̶ ̶e̶l̶l̶o̶s̶ ̶t̶e̶r̶m̶i̶n̶a̶n̶ ̶a̶g̶r̶a̶d̶e̶c̶i̶é̶n̶d̶o̶t̶e̶l̶o̶ ̶r̶e̶a̶l̶m̶e̶n̶t̶e̶?̶

Ella apartó la mirada, observando el reflejo difuso de las luces de la ciudad en un charco cercano, antes de continuar su camino. No necesitaba responder; ambos conocían la respuesta.

— Es irracional. Arriesgan todo por un sentimiento que ni siquiera pueden definir. Y cuando lo obtienen, siempre exigen más...o quieren deshacerse de él.

Luc sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella.

— ̶E̶x̶a̶c̶t̶o̶.̶ ̶E̶s̶ ̶h̶e̶r̶m̶o̶s̶o̶,̶ ̶¿̶n̶o̶ ̶c̶r̶e̶e̶s̶?̶ ̶U̶n̶a̶ ̶c̶o̶m̶p̶l̶e̶t̶a̶ ̶p̶a̶r̶a̶d̶o̶j̶a̶.̶ ̶A̶l̶g̶o̶ ̶t̶a̶n̶ ̶f̶r̶á̶g̶i̶l̶ ̶y̶,̶ ̶a̶l̶ ̶m̶i̶s̶m̶o̶ ̶t̶i̶e̶m̶p̶o̶,̶ ̶t̶a̶n̶ ̶d̶e̶s̶t̶r̶u̶c̶t̶i̶v̶o̶.̶ ̶Q̶u̶i̶z̶á̶s̶ ̶e̶s̶o̶ ̶e̶s̶ ̶l̶o̶ ̶q̶u̶e̶ ̶l̶o̶s̶ ̶h̶a̶c̶e̶ ̶h̶u̶m̶a̶n̶o̶s̶.̶ ̶

Svetla dejó escapar un suspiró y giró los ojos, mientras su expresión se endurecía y se volvía más gélida.

— ¿Eso los hace humanos? Más bien eso es su debilidad...Tienen una capacidad infinita para complicar sus vidas por algo tan...efímero.

Luc flotó junto a ella, su forma casi desvaneciéndose en la bruma mientras le susurraba al oído:

— ̶¿̶Y̶ ̶s̶i̶ ̶n̶o̶ ̶f̶u̶e̶r̶a̶ ̶u̶n̶a̶ ̶d̶e̶b̶i̶l̶i̶d̶a̶d̶,̶ ̶s̶i̶n̶o̶.̶.̶.̶s̶u̶ ̶m̶a̶y̶o̶r̶ ̶f̶o̶r̶t̶a̶l̶e̶z̶a̶?̶ ̶T̶a̶l̶ ̶v̶e̶z̶ ̶e̶l̶ ̶a̶m̶o̶r̶ ̶e̶s̶ ̶l̶o̶ ̶ú̶n̶i̶c̶o̶ ̶q̶u̶e̶ ̶l̶o̶s̶ ̶h̶a̶c̶e̶ ̶r̶e̶s̶i̶s̶t̶i̶r̶ ̶c̶u̶a̶n̶d̶o̶ ̶e̶l̶ ̶c̶a̶o̶s̶ ̶l̶o̶s̶ ̶c̶o̶n̶s̶u̶m̶e̶.̶

Svetla no respondió, pero sus labios se curvaron en una sonrisa sútil. La conversación quedó en el aire, disolviéndose como polvo en el viento, como tantas otras entre ellos, mientras sus pasos la llevaban hacía otro destino desconocido.
La noche era un lienzo rasgado, la neblina de la ciudad cubría las calles, sus luces parpadeantes teñidas por el polvo y la melancolía que parecían emanar del propio asfalto. Svetla caminaba por una avenida vacía, con el crujir de sus botas marcando el paso del tiempo. Había estado en este rincón del mundo solo un par de semanas, pero ya sentía la familiar presión en el aire: los Vigilantes, como sombras persistentes, siempre encontraban la manera de acercarse si se quedaba demasiado tiempo en un solo lugar. A su lado, Luc la seguía; un alma atrapada entre dimensiones, siempre cerca, siempre observando, solo visible ante ella, su forma traslúcida e intangible deslizándose como una sombra en el borde de su visión. El espectro giraba despreocupadamente una moneda entre sus dedos, y la castaña permanecía absorta en sus pensamientos. — ¿Sabes lo que he notado? —dijo ella finalmente, su voz como un susurro que corto el silencio entre ambos— la mayoría de los problemas de los humanos parecen girar en torno al amor. Amor perdido, amor no correspondido, amor que se transforma en odio. Es como si no pudieran vivir con el...y tampoco sin el. Luc dejó de jugar con la moneda y se deslizó alrededor de ella, arqueando una ceja, curioso. ̶ ̶ ¿̶Y̶ ̶e̶s̶o̶.̶.̶.̶t̶e̶ ̶s̶o̶r̶p̶r̶e̶n̶d̶e̶?̶ ̶ —preguntó, con un tono tenido de su habitual sarcasmo— ̶n̶o̶ ̶e̶s̶ ̶d̶i̶f̶e̶r̶e̶n̶t̶e̶ ̶a̶l̶ ̶c̶a̶o̶s̶,̶ ̶¿̶s̶a̶b̶e̶s̶?̶ ̶A̶m̶b̶o̶s̶ ̶s̶o̶n̶ ̶i̶m̶p̶r̶e̶d̶e̶c̶i̶b̶l̶e̶s̶,̶ ̶a̶b̶s̶u̶r̶d̶a̶m̶e̶n̶t̶e̶ ̶p̶o̶d̶e̶r̶o̶s̶o̶s̶ ̶y̶.̶.̶.̶c̶a̶s̶i̶ ̶s̶i̶e̶m̶p̶r̶e̶ ̶t̶e̶r̶m̶i̶n̶a̶n̶ ̶h̶a̶c̶i̶e̶n̶d̶o̶ ̶m̶á̶s̶ ̶d̶a̶ñ̶o̶ ̶q̶u̶e̶ ̶b̶i̶e̶n̶.̶̶ Un resoplido sarcástico escapó de los labios de Svetla, quién detuvo su marcha. En su rostro apareció un breve destello de incertidumbre que no siempre mostraba. — Lo dices como si el amor fuera un arma — ¿̶Y̶ ̶n̶o̶ ̶l̶o̶ ̶e̶s̶?̶ —replicó Luc, flotando delante de ella para mirarla a los ojos— ¿̶C̶u̶a̶n̶t̶o̶s̶ ̶d̶e̶s̶e̶o̶s̶ ̶h̶a̶s̶ ̶c̶o̶n̶c̶e̶d̶i̶d̶o̶ ̶a̶ ̶m̶o̶r̶t̶a̶l̶e̶s̶ ̶q̶u̶e̶ ̶b̶u̶s̶c̶a̶n̶ ̶r̶e̶m̶e̶d̶i̶a̶r̶ ̶s̶u̶ ̶s̶u̶f̶r̶i̶m̶i̶e̶n̶t̶o̶ ̶a̶m̶o̶r̶o̶s̶o̶?̶ ̶¿̶c̶u̶a̶n̶t̶o̶s̶ ̶h̶a̶n̶ ̶c̶a̶m̶b̶i̶a̶d̶o̶ ̶t̶o̶d̶a̶ ̶s̶u̶ ̶v̶i̶d̶a̶ ̶p̶o̶r̶ ̶u̶n̶a̶ ̶o̶p̶o̶r̶t̶u̶n̶i̶d̶a̶d̶ ̶q̶u̶e̶ ̶s̶e̶ ̶a̶s̶e̶m̶e̶j̶e̶ ̶a̶l̶ ̶a̶m̶o̶r̶?̶ ̶¿̶c̶u̶á̶n̶t̶o̶s̶ ̶h̶a̶n̶ ̶h̶e̶c̶h̶o̶ ̶d̶a̶ñ̶o̶ ̶p̶o̶r̶ ̶a̶m̶o̶r̶?̶ ̶¿̶c̶u̶á̶n̶t̶o̶s̶ ̶h̶a̶n̶ ̶p̶e̶r̶d̶i̶d̶o̶ ̶p̶o̶r̶ ̶a̶m̶o̶r̶?̶ ̶Y̶ ̶d̶i̶m̶e̶,̶ ̶S̶v̶e̶t̶l̶a̶,̶ ̶¿̶c̶u̶á̶n̶t̶o̶s̶ ̶d̶e̶ ̶e̶l̶l̶o̶s̶ ̶t̶e̶r̶m̶i̶n̶a̶n̶ ̶a̶g̶r̶a̶d̶e̶c̶i̶é̶n̶d̶o̶t̶e̶l̶o̶ ̶r̶e̶a̶l̶m̶e̶n̶t̶e̶?̶ Ella apartó la mirada, observando el reflejo difuso de las luces de la ciudad en un charco cercano, antes de continuar su camino. No necesitaba responder; ambos conocían la respuesta. — Es irracional. Arriesgan todo por un sentimiento que ni siquiera pueden definir. Y cuando lo obtienen, siempre exigen más...o quieren deshacerse de él. Luc sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella. — ̶E̶x̶a̶c̶t̶o̶.̶ ̶E̶s̶ ̶h̶e̶r̶m̶o̶s̶o̶,̶ ̶¿̶n̶o̶ ̶c̶r̶e̶e̶s̶?̶ ̶U̶n̶a̶ ̶c̶o̶m̶p̶l̶e̶t̶a̶ ̶p̶a̶r̶a̶d̶o̶j̶a̶.̶ ̶A̶l̶g̶o̶ ̶t̶a̶n̶ ̶f̶r̶á̶g̶i̶l̶ ̶y̶,̶ ̶a̶l̶ ̶m̶i̶s̶m̶o̶ ̶t̶i̶e̶m̶p̶o̶,̶ ̶t̶a̶n̶ ̶d̶e̶s̶t̶r̶u̶c̶t̶i̶v̶o̶.̶ ̶Q̶u̶i̶z̶á̶s̶ ̶e̶s̶o̶ ̶e̶s̶ ̶l̶o̶ ̶q̶u̶e̶ ̶l̶o̶s̶ ̶h̶a̶c̶e̶ ̶h̶u̶m̶a̶n̶o̶s̶.̶ ̶ Svetla dejó escapar un suspiró y giró los ojos, mientras su expresión se endurecía y se volvía más gélida. — ¿Eso los hace humanos? Más bien eso es su debilidad...Tienen una capacidad infinita para complicar sus vidas por algo tan...efímero. Luc flotó junto a ella, su forma casi desvaneciéndose en la bruma mientras le susurraba al oído: — ̶¿̶Y̶ ̶s̶i̶ ̶n̶o̶ ̶f̶u̶e̶r̶a̶ ̶u̶n̶a̶ ̶d̶e̶b̶i̶l̶i̶d̶a̶d̶,̶ ̶s̶i̶n̶o̶.̶.̶.̶s̶u̶ ̶m̶a̶y̶o̶r̶ ̶f̶o̶r̶t̶a̶l̶e̶z̶a̶?̶ ̶T̶a̶l̶ ̶v̶e̶z̶ ̶e̶l̶ ̶a̶m̶o̶r̶ ̶e̶s̶ ̶l̶o̶ ̶ú̶n̶i̶c̶o̶ ̶q̶u̶e̶ ̶l̶o̶s̶ ̶h̶a̶c̶e̶ ̶r̶e̶s̶i̶s̶t̶i̶r̶ ̶c̶u̶a̶n̶d̶o̶ ̶e̶l̶ ̶c̶a̶o̶s̶ ̶l̶o̶s̶ ̶c̶o̶n̶s̶u̶m̶e̶.̶ Svetla no respondió, pero sus labios se curvaron en una sonrisa sútil. La conversación quedó en el aire, disolviéndose como polvo en el viento, como tantas otras entre ellos, mientras sus pasos la llevaban hacía otro destino desconocido.
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