饾懌饾拪饾拏饾挀饾拪饾拹饾挃 饾拹饾拸饾拪饾挀饾拪饾拕饾拹饾挃 #3

El viento llegó como una boca invisible que muerde con dientes de arena. Maomao sintió los diminutos cristales arañarle la piel como uñas invisibles.

El desierto respiraba en jadeos calientes que se deslizaban entre las dunas, estremeciendolas y moldeandolas con tenacidad.

No era un lugar silencioso. Su voz era áspera, ensordecedora.

Maomao se abrazó el cuerpo con fuerza, pero no podía protegerse. El viento se metía en sus oídos, en su boca, en los espacios entre sus huesos.
Sus rodillas rechinaban por la arena y su lengua estaba aspera y amarga.

Caminaba sin rumbo, apenas distinguía lo que tenía mas allá de dos palmos. Sus pies se hundían en la arena blanda, que a cada paso la tragaba un poco mas.

No recordaba cuánto tiempo llevaba allí, ni tan solo como había llegado. Solo sabía que el viento nunca cesaba y que el sol era una presencia inmovil, clavada en lo alto, observandola.
饾懌饾拪饾拏饾挀饾拪饾拹饾挃 饾拹饾拸饾拪饾挀饾拪饾拕饾拹饾挃 #3 El viento llegó como una boca invisible que muerde con dientes de arena. Maomao sintió los diminutos cristales arañarle la piel como uñas invisibles. El desierto respiraba en jadeos calientes que se deslizaban entre las dunas, estremeciendolas y moldeandolas con tenacidad. No era un lugar silencioso. Su voz era áspera, ensordecedora. Maomao se abrazó el cuerpo con fuerza, pero no podía protegerse. El viento se metía en sus oídos, en su boca, en los espacios entre sus huesos. Sus rodillas rechinaban por la arena y su lengua estaba aspera y amarga. Caminaba sin rumbo, apenas distinguía lo que tenía mas allá de dos palmos. Sus pies se hundían en la arena blanda, que a cada paso la tragaba un poco mas. No recordaba cuánto tiempo llevaba allí, ni tan solo como había llegado. Solo sabía que el viento nunca cesaba y que el sol era una presencia inmovil, clavada en lo alto, observandola.
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