¿Eso es?
Categoría Original
Isidro Rubio Villa de Montemar

La libreta con aquellos dibujos de los días más extraños de mi vida, con la guía de cómo volver a Isidro incluso si no lo pretendía, allí en sus manos. La constancia del éxito que me obligué a tener, la única muestra que me permitiría la aprobación de mis padres, allí entre sus dedos.

Una presión cerrándose sobre la tela de mi cuello. Un jadeo ahogado cuando su espalda choca contra la litera. Lo que es mío aún suyo. Su risa sofocada en la oscuridad. Aire caliente. Movimiento, movimiento. Dedos clavándose en su piel. Tirones de cabello. Un golpe torpe y desesperado, mi rodilla contra su abdomen.

Él susurra su dolor. Un instante. Un respiro. Le arrevato ambas cosas y huyo. Más no escapo del todo.

La navaja cae a un lado, él se aleja mientras sonríe. - Ahora sí eres un fantasma para siempre...Yūrei.

Ahora la pantalla del teléfono me muestra eso mismo, ese apodo junto a algo más. Mi ojos dilatados fijos en el mensaje: "Tus padres no estarán contentos si saben, Yūrei." La mala ortografía me parece natural de su parte, el mensaje no es lo suficientemente específico.

Mi vista se alza lentamente, como reconociendo el presente: Isidro se ha ido al despacho de mi padre, mi madre y Nikaido lo supervisan, y yo...estoy solo.

Mis pies van retrocediendo y retrocediendo, y me decido. Troto a mi habitación, la puerta cerrándose de golpe. Mi espalda se pega a ella, deslizándome hasta caer sentado.

Lo veo de nuevo. - "¿Kaito?" "No. Por favor. No hagas eso." "¿Cómo tienes mi número?" "¿Ya no estás en Japón?" - Las dudas se drenan una tras otra, pero me detengo abrupatamente. - "Tengo que calmarme."

Tomo una inhalación profunda y tecleo una respuesta segura en medio de la tensión. La envío: "No sé cómo conseguiste mi número, pero acercarte a mi familia te será imposible. No tienes canal ni material para hacérselos saber."

Internalizo lo escrito, atrayendo mi propia confianza. Kaito nunca tuvo ningún teléfono o recurso para documentar lo que hizo, tampoco es alguien que pueda pisar mi hogar con su historial, y finalmente, no sabe de Isidro...

Fue solo un interno más de allí. Solo eso.

- - - -

- Así que nos mintió. Eso es...obstrucción a la justicia, ¿no? - Hargreaves conduce de regreso, su gesto relajado y su vista puesta entre las mansiones, con destino a la que había sido correcta desde un comienzo.

El contrario sonríe levemente. - Tal vez se confundió de verdad.

- Sí, claro... - La mirada del más bajo incrédula. -porque seguro vino a trabajar sin saber el nombre del destino.

El flaco ríe ligeramente, sacudiendo la cabeza. - Tenle piedad al bigotón.

- - - -

Isidro no puede verme más durante lo que resta del trabajo, mientras que mis padres y mayordomo sí. Este último revisa su teléfono sutilmente, se trata de un mensaje mío: "Por favor, logra que Isidro se vaya ya." Frunce el ceño en consecuencia, aunque intenta disimularlo. Por un lado, cree que se trata del asunto de la policía, de que el susodicho ya me lo contó; pero por otro, le preocupa la idea de que este me haya incomodado de alguna manera. Entonces, se vuelve más rígido.

A su vez, mi padre asiente levemente, evaluando el trabajo con ojos frios y aprobatorios. - Has cumplido con lo solicitado. Buen trabajo.

La mujer a su lado no tarda en ofrecer una renovada sonrisa al empleado. - Debió ser una tarea tediosa. ¿Gustas té antes de retirarte?

La mirada de Nikaido, estando detrás de ambos mencionados, se clava en Isidro con una seriedad casi despreciativa, negando con la cabeza como señal de que no acepte dicha invitación.
[isimont12] La libreta con aquellos dibujos de los días más extraños de mi vida, con la guía de cómo volver a Isidro incluso si no lo pretendía, allí en sus manos. La constancia del éxito que me obligué a tener, la única muestra que me permitiría la aprobación de mis padres, allí entre sus dedos. Una presión cerrándose sobre la tela de mi cuello. Un jadeo ahogado cuando su espalda choca contra la litera. Lo que es mío aún suyo. Su risa sofocada en la oscuridad. Aire caliente. Movimiento, movimiento. Dedos clavándose en su piel. Tirones de cabello. Un golpe torpe y desesperado, mi rodilla contra su abdomen. Él susurra su dolor. Un instante. Un respiro. Le arrevato ambas cosas y huyo. Más no escapo del todo. La navaja cae a un lado, él se aleja mientras sonríe. - Ahora sí eres un fantasma para siempre...Yūrei. Ahora la pantalla del teléfono me muestra eso mismo, ese apodo junto a algo más. Mi ojos dilatados fijos en el mensaje: "Tus padres no estarán contentos si saben, Yūrei." La mala ortografía me parece natural de su parte, el mensaje no es lo suficientemente específico. Mi vista se alza lentamente, como reconociendo el presente: Isidro se ha ido al despacho de mi padre, mi madre y Nikaido lo supervisan, y yo...estoy solo. Mis pies van retrocediendo y retrocediendo, y me decido. Troto a mi habitación, la puerta cerrándose de golpe. Mi espalda se pega a ella, deslizándome hasta caer sentado. Lo veo de nuevo. - "¿Kaito?" "No. Por favor. No hagas eso." "¿Cómo tienes mi número?" "¿Ya no estás en Japón?" - Las dudas se drenan una tras otra, pero me detengo abrupatamente. - "Tengo que calmarme." Tomo una inhalación profunda y tecleo una respuesta segura en medio de la tensión. La envío: "No sé cómo conseguiste mi número, pero acercarte a mi familia te será imposible. No tienes canal ni material para hacérselos saber." Internalizo lo escrito, atrayendo mi propia confianza. Kaito nunca tuvo ningún teléfono o recurso para documentar lo que hizo, tampoco es alguien que pueda pisar mi hogar con su historial, y finalmente, no sabe de Isidro... Fue solo un interno más de allí. Solo eso. - - - - - Así que nos mintió. Eso es...obstrucción a la justicia, ¿no? - Hargreaves conduce de regreso, su gesto relajado y su vista puesta entre las mansiones, con destino a la que había sido correcta desde un comienzo. El contrario sonríe levemente. - Tal vez se confundió de verdad. - Sí, claro... - La mirada del más bajo incrédula. -porque seguro vino a trabajar sin saber el nombre del destino. El flaco ríe ligeramente, sacudiendo la cabeza. - Tenle piedad al bigotón. - - - - Isidro no puede verme más durante lo que resta del trabajo, mientras que mis padres y mayordomo sí. Este último revisa su teléfono sutilmente, se trata de un mensaje mío: "Por favor, logra que Isidro se vaya ya." Frunce el ceño en consecuencia, aunque intenta disimularlo. Por un lado, cree que se trata del asunto de la policía, de que el susodicho ya me lo contó; pero por otro, le preocupa la idea de que este me haya incomodado de alguna manera. Entonces, se vuelve más rígido. A su vez, mi padre asiente levemente, evaluando el trabajo con ojos frios y aprobatorios. - Has cumplido con lo solicitado. Buen trabajo. La mujer a su lado no tarda en ofrecer una renovada sonrisa al empleado. - Debió ser una tarea tediosa. ¿Gustas té antes de retirarte? La mirada de Nikaido, estando detrás de ambos mencionados, se clava en Isidro con una seriedad casi despreciativa, negando con la cabeza como señal de que no acepte dicha invitación.
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible
Me gusta
1
0 turnos 0 maullidos 139 vistas
Patrocinados
Patrocinados