La luz de la mañana entraba suavemente a través de las cortinas semiabiertas, iluminando la habitación compartida de Lena y Vera. Vera estaba boca abajo en la cama, con la cabeza enterrada en la almohada, mientras Lena intentaba despertarla con pequeños golpecitos en el hombro.

—Veraaa, ¡Despiertaaaa!. Si no nos apuramos, no vamos a llegar a tiempo a nuestras clases —dijo Lena, con un tono de voz suave pero insistente.

Vera murmuró algo incomprensible, girándose hacia el otro lado.

—Csh-ci-cincu minutosh mashhh... —dijo, casi incomprensiblemente, arrastrando las palabras como si fueran una súplica dramática.

Lena suspiró, pero una sonrisa se asomó en sus labios. Sabía exactamente cómo despertar a su hermana. Con un movimiento rápido, agarró la almohada de Vera y la levantó en el aire.

—¿Seguro que quieres cinco minutos más? —preguntó, con un tono juguetón que hacía difícil saber si estaba bromeando o no.

Vera abrió un ojo, mirando a Lena con una expresión de sospecha.

—No lo hagas... —dijo, pero ya era demasiado tarde.

Lena golpeó a su hermana con la almohada, y Vera soltó un grito fingido de indignación.

—¡Lenaaa! ¡Eso es traicioooó! —exclamó Vera, sentándose en la cama con el pelo despeinado y una sonrisa traviesa en los labios. —Ahoraaaa... tendrás que pagar las consecuencias~.

Antes de que Lena pudiera reaccionar, Vera saltó de la cama y la persiguió por la habitación, intentando atraparla con otra almohada. Las risas llenaron el aire, mezclándose con los rayos de sol que entraban por la ventana.

—¡Veraaaa! ¡Bastaaa, detenteee! ¡Tenemos que prepararnooos! —dijo Lena, riendo mientras intentaba esquivar los ataques de su hermana.

—¡Nunca, NUNCA! —respondió Vera, con una risa melodiosa—. ¡Esto es una guerra de almohadas, y no pienso rendirme!
La luz de la mañana entraba suavemente a través de las cortinas semiabiertas, iluminando la habitación compartida de Lena y Vera. Vera estaba boca abajo en la cama, con la cabeza enterrada en la almohada, mientras Lena intentaba despertarla con pequeños golpecitos en el hombro. —Veraaa, ¡Despiertaaaa!. Si no nos apuramos, no vamos a llegar a tiempo a nuestras clases —dijo Lena, con un tono de voz suave pero insistente. Vera murmuró algo incomprensible, girándose hacia el otro lado. —Csh-ci-cincu minutosh mashhh... —dijo, casi incomprensiblemente, arrastrando las palabras como si fueran una súplica dramática. Lena suspiró, pero una sonrisa se asomó en sus labios. Sabía exactamente cómo despertar a su hermana. Con un movimiento rápido, agarró la almohada de Vera y la levantó en el aire. —¿Seguro que quieres cinco minutos más? —preguntó, con un tono juguetón que hacía difícil saber si estaba bromeando o no. Vera abrió un ojo, mirando a Lena con una expresión de sospecha. —No lo hagas... —dijo, pero ya era demasiado tarde. Lena golpeó a su hermana con la almohada, y Vera soltó un grito fingido de indignación. —¡Lenaaa! ¡Eso es traicioooó! —exclamó Vera, sentándose en la cama con el pelo despeinado y una sonrisa traviesa en los labios. —Ahoraaaa... tendrás que pagar las consecuencias~. Antes de que Lena pudiera reaccionar, Vera saltó de la cama y la persiguió por la habitación, intentando atraparla con otra almohada. Las risas llenaron el aire, mezclándose con los rayos de sol que entraban por la ventana. —¡Veraaaa! ¡Bastaaa, detenteee! ¡Tenemos que prepararnooos! —dijo Lena, riendo mientras intentaba esquivar los ataques de su hermana. —¡Nunca, NUNCA! —respondió Vera, con una risa melodiosa—. ¡Esto es una guerra de almohadas, y no pienso rendirme!
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