—¿Buscan algo en particular? —preguntó el librero, un hombre de aspecto amable con gafas redondas.
—Estamos buscando... —comenzó Lena, hojeando un libro de poesía.
—...algo que nos haga sentir mariposas en el estómago —completó Vera, con una sonrisa pícara, mientras recorría los estantes de novelas de misterio.
—¿Mariposas? —repitió el librero, con una ceja levantada—. ¿Quizás una novela romántica?
—Demasiado obvio —dijo Vera, con una mueca—. Necesitamos algo más... intrigante.
—¿Intrigante? ¿Quizás una novela criminal? —preguntó el librero, con curiosidad.
—No...más bien algo que nos haga cuestionar la realidad —explicó Lena, con una mirada profunda.
—¿Un libro de filosofía? —sugirió el librero, señalando un estante lleno de libros gruesos.
—Mmm... interesante —dijo Vera, con una sonrisa—. Pero... ¿y si le añadimos un toque de misterio?
—¿Misterio? —repitió el librero, con una ceja levantada.
—Un secreto oculto entre las páginas —dijo Lena, con una mirada enigmática.
—¿Y qué tipo de secreto sería ese? —preguntó el librero, con cautela.
Lena y Vera intercambiaron una mirada cómplice, antes de responder al unísono:
—Un juego.
—Estamos buscando... —comenzó Lena, hojeando un libro de poesía.
—...algo que nos haga sentir mariposas en el estómago —completó Vera, con una sonrisa pícara, mientras recorría los estantes de novelas de misterio.
—¿Mariposas? —repitió el librero, con una ceja levantada—. ¿Quizás una novela romántica?
—Demasiado obvio —dijo Vera, con una mueca—. Necesitamos algo más... intrigante.
—¿Intrigante? ¿Quizás una novela criminal? —preguntó el librero, con curiosidad.
—No...más bien algo que nos haga cuestionar la realidad —explicó Lena, con una mirada profunda.
—¿Un libro de filosofía? —sugirió el librero, señalando un estante lleno de libros gruesos.
—Mmm... interesante —dijo Vera, con una sonrisa—. Pero... ¿y si le añadimos un toque de misterio?
—¿Misterio? —repitió el librero, con una ceja levantada.
—Un secreto oculto entre las páginas —dijo Lena, con una mirada enigmática.
—¿Y qué tipo de secreto sería ese? —preguntó el librero, con cautela.
Lena y Vera intercambiaron una mirada cómplice, antes de responder al unísono:
—Un juego.
—¿Buscan algo en particular? —preguntó el librero, un hombre de aspecto amable con gafas redondas.
—Estamos buscando... —comenzó Lena, hojeando un libro de poesía.
—...algo que nos haga sentir mariposas en el estómago —completó Vera, con una sonrisa pícara, mientras recorría los estantes de novelas de misterio.
—¿Mariposas? —repitió el librero, con una ceja levantada—. ¿Quizás una novela romántica?
—Demasiado obvio —dijo Vera, con una mueca—. Necesitamos algo más... intrigante.
—¿Intrigante? ¿Quizás una novela criminal? —preguntó el librero, con curiosidad.
—No...más bien algo que nos haga cuestionar la realidad —explicó Lena, con una mirada profunda.
—¿Un libro de filosofía? —sugirió el librero, señalando un estante lleno de libros gruesos.
—Mmm... interesante —dijo Vera, con una sonrisa—. Pero... ¿y si le añadimos un toque de misterio?
—¿Misterio? —repitió el librero, con una ceja levantada.
—Un secreto oculto entre las páginas —dijo Lena, con una mirada enigmática.
—¿Y qué tipo de secreto sería ese? —preguntó el librero, con cautela.
Lena y Vera intercambiaron una mirada cómplice, antes de responder al unísono:
—Un juego.
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