⋆Cerrado⋆ | The Death of Icarus by Alexandre Cabanel
El museo estaba en silencio. Un contraste brutal en comparación al mundo exterior. Bobby recorrió despacio los pasillos amplios, saltando de una pieza de arte a otra. Ahí fue cuando sus ojos se fijaron en una pintura. Su primera impresión era la de un ángel caído pero al acercarse, la placa leía: La muerte de Ícaro de Alexandre Cabanel.
—Ícaro... —Se dijo a sí mismo volviendo la mirada hacia la pintura. Ese que había volado demasiado cerca al sol y había terminado con las alas derretidas.
El cuerpo del joven derrotado y el rostro triste enterrado en la arena le provocó un nudo en la garganta. Se sintió identificado. ¡Oh, la magia del arte y la forma en la que te habla! Sentía que era como ver una versión antigua de sí mismo... vieja y trágica. Como Ícaro, ahora se daba cuenta de que él también había sido ambicioso y no le salió bien.
Bobby se quedó parado con las manos en los bolsillos y los dientes apretados. inmóvil. No podía despegar la mirada del cuadro pero entonces hubo un pensamiento sorpresivamente liberador: no recordaba cómo terminaba la historia de Ícaro y sus alas de cera, ¿había vivido o se lo habían llevado las olas del mar que veía en la pieza?
Apartó la mirada con disgusto pero con la certeza de que no sería cómo Ícaro nuevamente. Alzaría el vuelo otra vez pero con alas reales, esta vez no se quemaría y de eso se iba a asegurar. Se sacudió todas esas ideas de la cabeza y siguió su camino. No le había gustado ese cuadro.
El museo estaba en silencio. Un contraste brutal en comparación al mundo exterior. Bobby recorrió despacio los pasillos amplios, saltando de una pieza de arte a otra. Ahí fue cuando sus ojos se fijaron en una pintura. Su primera impresión era la de un ángel caído pero al acercarse, la placa leía: La muerte de Ícaro de Alexandre Cabanel.
—Ícaro... —Se dijo a sí mismo volviendo la mirada hacia la pintura. Ese que había volado demasiado cerca al sol y había terminado con las alas derretidas.
El cuerpo del joven derrotado y el rostro triste enterrado en la arena le provocó un nudo en la garganta. Se sintió identificado. ¡Oh, la magia del arte y la forma en la que te habla! Sentía que era como ver una versión antigua de sí mismo... vieja y trágica. Como Ícaro, ahora se daba cuenta de que él también había sido ambicioso y no le salió bien.
Bobby se quedó parado con las manos en los bolsillos y los dientes apretados. inmóvil. No podía despegar la mirada del cuadro pero entonces hubo un pensamiento sorpresivamente liberador: no recordaba cómo terminaba la historia de Ícaro y sus alas de cera, ¿había vivido o se lo habían llevado las olas del mar que veía en la pieza?
Apartó la mirada con disgusto pero con la certeza de que no sería cómo Ícaro nuevamente. Alzaría el vuelo otra vez pero con alas reales, esta vez no se quemaría y de eso se iba a asegurar. Se sacudió todas esas ideas de la cabeza y siguió su camino. No le había gustado ese cuadro.
⋆Cerrado⋆ | The Death of Icarus by Alexandre Cabanel
El museo estaba en silencio. Un contraste brutal en comparación al mundo exterior. Bobby recorrió despacio los pasillos amplios, saltando de una pieza de arte a otra. Ahí fue cuando sus ojos se fijaron en una pintura. Su primera impresión era la de un ángel caído pero al acercarse, la placa leía: La muerte de Ícaro de Alexandre Cabanel.
—Ícaro... —Se dijo a sí mismo volviendo la mirada hacia la pintura. Ese que había volado demasiado cerca al sol y había terminado con las alas derretidas.
El cuerpo del joven derrotado y el rostro triste enterrado en la arena le provocó un nudo en la garganta. Se sintió identificado. ¡Oh, la magia del arte y la forma en la que te habla! Sentía que era como ver una versión antigua de sí mismo... vieja y trágica. Como Ícaro, ahora se daba cuenta de que él también había sido ambicioso y no le salió bien.
Bobby se quedó parado con las manos en los bolsillos y los dientes apretados. inmóvil. No podía despegar la mirada del cuadro pero entonces hubo un pensamiento sorpresivamente liberador: no recordaba cómo terminaba la historia de Ícaro y sus alas de cera, ¿había vivido o se lo habían llevado las olas del mar que veía en la pieza?
Apartó la mirada con disgusto pero con la certeza de que no sería cómo Ícaro nuevamente. Alzaría el vuelo otra vez pero con alas reales, esta vez no se quemaría y de eso se iba a asegurar. Se sacudió todas esas ideas de la cabeza y siguió su camino. No le había gustado ese cuadro.


