La selva respiraba a su alrededor. Cada hoja que se estremecía con la brisa, cada rama que crujía bajo el peso de una criatura, cada murmullo del viento entre los árboles… todo era parte de ella.

Neytiri se movía entre las sombras con la gracia de un depredador, sus pies apenas rozando la tierra húmeda.

Pero algo no estaba bien.

Se detuvo, inclinándose para apoyar una mano sobre el suelo. El pulso de Pandora seguía ahí, vibrante y lleno de vida, pero debajo de él, algo distinto se filtraba. Un sonido ajeno perturbaba la armonía del bosque.

Afiló el oído y esperó. Entonces lo escuchó con claridad: Un ruido frío, sin alma.

Su agarre se cerró con firmeza alrededor del arco. Su respiración se volvió lenta y medida.

Los demonios habían regresado.

La selva respiraba a su alrededor. Cada hoja que se estremecía con la brisa, cada rama que crujía bajo el peso de una criatura, cada murmullo del viento entre los árboles… todo era parte de ella. Neytiri se movía entre las sombras con la gracia de un depredador, sus pies apenas rozando la tierra húmeda. Pero algo no estaba bien. Se detuvo, inclinándose para apoyar una mano sobre el suelo. El pulso de Pandora seguía ahí, vibrante y lleno de vida, pero debajo de él, algo distinto se filtraba. Un sonido ajeno perturbaba la armonía del bosque. Afiló el oído y esperó. Entonces lo escuchó con claridad: Un ruido frío, sin alma. Su agarre se cerró con firmeza alrededor del arco. Su respiración se volvió lenta y medida. Los demonios habían regresado.
Me encocora
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