Shoko entró a la habitación con pasos silenciosos, asegurándose de que no hubiera nadie cerca. La cama de Geto estaba impecablemente ordenada, como siempre.

Sacó un pequeño encendedor de su bolsillo y lo dejó sobre la almohada. Junto a él, deslizó un trozo de papel doblado con un mensaje corto:

"Por si algún día decides volverte un desastre como yo. Feliz cumpleaños."

No esperaba una gran reacción de su parte. Quizás se reiría al leerlo o simplemente lo guardaría sin decir nada. A fin de cuentas, nunca habían sido de gestos exagerados.

Con una última mirada a la habitación en penumbra, salió sin hacer ruido.
Shoko entró a la habitación con pasos silenciosos, asegurándose de que no hubiera nadie cerca. La cama de Geto estaba impecablemente ordenada, como siempre. Sacó un pequeño encendedor de su bolsillo y lo dejó sobre la almohada. Junto a él, deslizó un trozo de papel doblado con un mensaje corto: "Por si algún día decides volverte un desastre como yo. Feliz cumpleaños." No esperaba una gran reacción de su parte. Quizás se reiría al leerlo o simplemente lo guardaría sin decir nada. A fin de cuentas, nunca habían sido de gestos exagerados. Con una última mirada a la habitación en penumbra, salió sin hacer ruido.
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