♧ Una Boticaria en la Corte ♧
El palacio resplandece con farolillos dorados y sedas rojas ondeando en los pasillos. Esta noche es especial: un banquete imperial en honor a una victoria militar. La élite de la corte se ha reunido en el gran salón, donde la música y el murmullo de conversaciones llenan el aire.
Entre la multitud, una joven destaca, pero no por su estatus, sino por su evidente incomodidad. Maomao, con su cabello adornado con flores y un refinado kimono rojo con detalles dorados, está lejos de sentirse cómoda. Sus manos, acostumbradas a manipular hierbas y venenos, se sienten torpes envueltas en mangas de seda.
Hognian que la había arreglado la observa con una sonrisa divertida.
Hongniang: 《riendo suavemente》 "Maomao, luces maravillosa esta noche. Deberías arreglarte así más seguido."
Maomao: 《frunce el ceño y toca sus labios con el dedo, en un gesto de resignación》"No te acostumbres. Esto es solo por hoy."
El gran salón resplandecía con luces doradas y aromas embriagadores. La música flotaba en el aire, acompañada de risas y murmullos de nobles que brindaban con elegancia ensayada. Maomao observaba la escena desde su rincón, con una copa en la mano que aún dudaba en beber.
Las mujeres en la sala eran como flores en un jarrón de porcelana: hermosas, perfectamente arregladas, pero sin voz ni propósito más allá de adornar el festín. Las concubinas reían con dulzura, con los rostros maquillados y los gestos calculados, esforzándose por atraer una mirada, una pizca de atención que pudiera asegurar su posición en la corte.
Era absurdo. Estas fiestas eran un espectáculo de poder, pero no de quien vestía las ropas más opulentas ni de quien bailaba con más gracia. El verdadero poder estaba en quienes dictaban las reglas, en los hombres que alzaban sus copas y decidían el destino de esas mismas mujeres con una sola palabra.
Sumergida en sus pensamientos no se dió cuenta de que una silueta se le acercaba por la espalda....
El palacio resplandece con farolillos dorados y sedas rojas ondeando en los pasillos. Esta noche es especial: un banquete imperial en honor a una victoria militar. La élite de la corte se ha reunido en el gran salón, donde la música y el murmullo de conversaciones llenan el aire.
Entre la multitud, una joven destaca, pero no por su estatus, sino por su evidente incomodidad. Maomao, con su cabello adornado con flores y un refinado kimono rojo con detalles dorados, está lejos de sentirse cómoda. Sus manos, acostumbradas a manipular hierbas y venenos, se sienten torpes envueltas en mangas de seda.
Hognian que la había arreglado la observa con una sonrisa divertida.
Hongniang: 《riendo suavemente》 "Maomao, luces maravillosa esta noche. Deberías arreglarte así más seguido."
Maomao: 《frunce el ceño y toca sus labios con el dedo, en un gesto de resignación》"No te acostumbres. Esto es solo por hoy."
El gran salón resplandecía con luces doradas y aromas embriagadores. La música flotaba en el aire, acompañada de risas y murmullos de nobles que brindaban con elegancia ensayada. Maomao observaba la escena desde su rincón, con una copa en la mano que aún dudaba en beber.
Las mujeres en la sala eran como flores en un jarrón de porcelana: hermosas, perfectamente arregladas, pero sin voz ni propósito más allá de adornar el festín. Las concubinas reían con dulzura, con los rostros maquillados y los gestos calculados, esforzándose por atraer una mirada, una pizca de atención que pudiera asegurar su posición en la corte.
Era absurdo. Estas fiestas eran un espectáculo de poder, pero no de quien vestía las ropas más opulentas ni de quien bailaba con más gracia. El verdadero poder estaba en quienes dictaban las reglas, en los hombres que alzaban sus copas y decidían el destino de esas mismas mujeres con una sola palabra.
Sumergida en sus pensamientos no se dió cuenta de que una silueta se le acercaba por la espalda....
♧ Una Boticaria en la Corte ♧
El palacio resplandece con farolillos dorados y sedas rojas ondeando en los pasillos. Esta noche es especial: un banquete imperial en honor a una victoria militar. La élite de la corte se ha reunido en el gran salón, donde la música y el murmullo de conversaciones llenan el aire.
Entre la multitud, una joven destaca, pero no por su estatus, sino por su evidente incomodidad. Maomao, con su cabello adornado con flores y un refinado kimono rojo con detalles dorados, está lejos de sentirse cómoda. Sus manos, acostumbradas a manipular hierbas y venenos, se sienten torpes envueltas en mangas de seda.
Hognian que la había arreglado la observa con una sonrisa divertida.
Hongniang: 《riendo suavemente》 "Maomao, luces maravillosa esta noche. Deberías arreglarte así más seguido."
Maomao: 《frunce el ceño y toca sus labios con el dedo, en un gesto de resignación》"No te acostumbres. Esto es solo por hoy."
El gran salón resplandecía con luces doradas y aromas embriagadores. La música flotaba en el aire, acompañada de risas y murmullos de nobles que brindaban con elegancia ensayada. Maomao observaba la escena desde su rincón, con una copa en la mano que aún dudaba en beber.
Las mujeres en la sala eran como flores en un jarrón de porcelana: hermosas, perfectamente arregladas, pero sin voz ni propósito más allá de adornar el festín. Las concubinas reían con dulzura, con los rostros maquillados y los gestos calculados, esforzándose por atraer una mirada, una pizca de atención que pudiera asegurar su posición en la corte.
Era absurdo. Estas fiestas eran un espectáculo de poder, pero no de quien vestía las ropas más opulentas ni de quien bailaba con más gracia. El verdadero poder estaba en quienes dictaban las reglas, en los hombres que alzaban sus copas y decidían el destino de esas mismas mujeres con una sola palabra.
Sumergida en sus pensamientos no se dió cuenta de que una silueta se le acercaba por la espalda....