La noche brillaba con un esplendor sofisticado en un lujoso local a la orilla de un muelle, donde las olas del mar susurraban historias olvidadas y los barcos anclados eran testigos silenciosos de los entramados eventos que allí se celebraban. Las luces colgantes y los elegantes candelabros reflejaban destellos en los trajes y vestidos de gala, mientras la música suave acariciaba el aire, mezclada con el murmullo de conversaciones y risas falsamente animadas.
Entre los invitados, se encontraban destacados empresarios, políticos, celebridades y figuras importantes, todos congregados bajo el noble pretexto de apoyar una causa benéfica. Era una gala de beneficencia, organizada por una figura influyente. Sin embargo, la fachada de preocupación y altruismo escondía sus verdaderas motivaciones: estatus, poder y conexiones. La gala no era más que un espectáculo social, una oportunidad para ser vistos y admirados, mientras el verdadero propósito del evento quedaba en segundo plano.
Illyiv, vestida con un elegante vestido de gala, fingía ser una civil más, una joven común, mientras observaba con atención a su alrededor. La misión encomendada por su organización era clara: debía secuestrar al hijo de un importante empresario antes de las 11:45 p.m., momento en que un gran barco, estrategicamente situado por la organización, zarparía del muelle. Illyiv debía asegurarse de llevar a Hiro Tanaka a bordo antes de esa hora para que la operación fuera un éxito.
—Hiro Tanaka... —murmuró para si misma, mientras revisaba la información en su móvil, e hizo zoom en una foto lejana y borrosa del chico en el evento, observando su vestimenta.
Con la imagen grabada en su mente, la peliblanca recorrió la fiesta, donde las sonrisas falsas y cumplidos vacíos se intercambiaban en cada esquina.
Su mirada buscaba al joven de la fotografía mientras se desplazaba entre la multitud. De repente, en un lugar apartado del resto, vio a un chico con cabello oscuro y significativamente más alto que ella. La vestimenta coincidía perfectamente. "Debe ser él", pensó con determinación. Error. No era la persona correcta, pero ella estaba segura de que sí lo era.
Con pasos firmes, se dirigió hacia la zona exterior del salón, donde el joven estaba apartado del resto. "Esto será sencillo", pensó.
Aunque prefería las dagas, esta vez también llevaba consigo un arma de fuego. Se acercó al chico por detrás y, con un movimiento disimulado, sacó el arma y la colocó detrás de su cuello, asegurándose de que nadie más la notara.
—Bien, hagamos esto sencillo... —dijo en voz baja y suave, colocando una mano en el hombro del chico—. ¿Ves el barco que está allá? —señaló con su dedo índice de forma disimulada, mientras mantenía una expresión confiada—. El blanco, con letras doradas y luces brillantes...Bien, a partir de este momento caminaremos lentamente hacia allá... Ya sabes, de forma disimulada... Y de ese modo ambos evitaremos que una bala perfore tu cuello. —mencionó con una sonrisa irónica en su rostro.
Ella hizo una última advertencia, su voz firme pero juguetona:
—Vamos... y no pienses en hacer nada raro, ¿Eh?. Eres muy joven, sería lamentable que tengas que morir tan pronto.
Entre los invitados, se encontraban destacados empresarios, políticos, celebridades y figuras importantes, todos congregados bajo el noble pretexto de apoyar una causa benéfica. Era una gala de beneficencia, organizada por una figura influyente. Sin embargo, la fachada de preocupación y altruismo escondía sus verdaderas motivaciones: estatus, poder y conexiones. La gala no era más que un espectáculo social, una oportunidad para ser vistos y admirados, mientras el verdadero propósito del evento quedaba en segundo plano.
Illyiv, vestida con un elegante vestido de gala, fingía ser una civil más, una joven común, mientras observaba con atención a su alrededor. La misión encomendada por su organización era clara: debía secuestrar al hijo de un importante empresario antes de las 11:45 p.m., momento en que un gran barco, estrategicamente situado por la organización, zarparía del muelle. Illyiv debía asegurarse de llevar a Hiro Tanaka a bordo antes de esa hora para que la operación fuera un éxito.
—Hiro Tanaka... —murmuró para si misma, mientras revisaba la información en su móvil, e hizo zoom en una foto lejana y borrosa del chico en el evento, observando su vestimenta.
Con la imagen grabada en su mente, la peliblanca recorrió la fiesta, donde las sonrisas falsas y cumplidos vacíos se intercambiaban en cada esquina.
Su mirada buscaba al joven de la fotografía mientras se desplazaba entre la multitud. De repente, en un lugar apartado del resto, vio a un chico con cabello oscuro y significativamente más alto que ella. La vestimenta coincidía perfectamente. "Debe ser él", pensó con determinación. Error. No era la persona correcta, pero ella estaba segura de que sí lo era.
Con pasos firmes, se dirigió hacia la zona exterior del salón, donde el joven estaba apartado del resto. "Esto será sencillo", pensó.
Aunque prefería las dagas, esta vez también llevaba consigo un arma de fuego. Se acercó al chico por detrás y, con un movimiento disimulado, sacó el arma y la colocó detrás de su cuello, asegurándose de que nadie más la notara.
—Bien, hagamos esto sencillo... —dijo en voz baja y suave, colocando una mano en el hombro del chico—. ¿Ves el barco que está allá? —señaló con su dedo índice de forma disimulada, mientras mantenía una expresión confiada—. El blanco, con letras doradas y luces brillantes...Bien, a partir de este momento caminaremos lentamente hacia allá... Ya sabes, de forma disimulada... Y de ese modo ambos evitaremos que una bala perfore tu cuello. —mencionó con una sonrisa irónica en su rostro.
Ella hizo una última advertencia, su voz firme pero juguetona:
—Vamos... y no pienses en hacer nada raro, ¿Eh?. Eres muy joven, sería lamentable que tengas que morir tan pronto.
La noche brillaba con un esplendor sofisticado en un lujoso local a la orilla de un muelle, donde las olas del mar susurraban historias olvidadas y los barcos anclados eran testigos silenciosos de los entramados eventos que allí se celebraban. Las luces colgantes y los elegantes candelabros reflejaban destellos en los trajes y vestidos de gala, mientras la música suave acariciaba el aire, mezclada con el murmullo de conversaciones y risas falsamente animadas.
Entre los invitados, se encontraban destacados empresarios, políticos, celebridades y figuras importantes, todos congregados bajo el noble pretexto de apoyar una causa benéfica. Era una gala de beneficencia, organizada por una figura influyente. Sin embargo, la fachada de preocupación y altruismo escondía sus verdaderas motivaciones: estatus, poder y conexiones. La gala no era más que un espectáculo social, una oportunidad para ser vistos y admirados, mientras el verdadero propósito del evento quedaba en segundo plano.
Illyiv, vestida con un elegante vestido de gala, fingía ser una civil más, una joven común, mientras observaba con atención a su alrededor. La misión encomendada por su organización era clara: debía secuestrar al hijo de un importante empresario antes de las 11:45 p.m., momento en que un gran barco, estrategicamente situado por la organización, zarparía del muelle. Illyiv debía asegurarse de llevar a Hiro Tanaka a bordo antes de esa hora para que la operación fuera un éxito.
—Hiro Tanaka... —murmuró para si misma, mientras revisaba la información en su móvil, e hizo zoom en una foto lejana y borrosa del chico en el evento, observando su vestimenta.
Con la imagen grabada en su mente, la peliblanca recorrió la fiesta, donde las sonrisas falsas y cumplidos vacíos se intercambiaban en cada esquina.
Su mirada buscaba al joven de la fotografía mientras se desplazaba entre la multitud. De repente, en un lugar apartado del resto, vio a un chico con cabello oscuro y significativamente más alto que ella. La vestimenta coincidía perfectamente. "Debe ser él", pensó con determinación. Error. No era la persona correcta, pero ella estaba segura de que sí lo era.
Con pasos firmes, se dirigió hacia la zona exterior del salón, donde el joven estaba apartado del resto. "Esto será sencillo", pensó.
Aunque prefería las dagas, esta vez también llevaba consigo un arma de fuego. Se acercó al chico por detrás y, con un movimiento disimulado, sacó el arma y la colocó detrás de su cuello, asegurándose de que nadie más la notara.
—Bien, hagamos esto sencillo... —dijo en voz baja y suave, colocando una mano en el hombro del chico—. ¿Ves el barco que está allá? —señaló con su dedo índice de forma disimulada, mientras mantenía una expresión confiada—. El blanco, con letras doradas y luces brillantes...Bien, a partir de este momento caminaremos lentamente hacia allá... Ya sabes, de forma disimulada... Y de ese modo ambos evitaremos que una bala perfore tu cuello. —mencionó con una sonrisa irónica en su rostro.
Ella hizo una última advertencia, su voz firme pero juguetona:
—Vamos... y no pienses en hacer nada raro, ¿Eh?. Eres muy joven, sería lamentable que tengas que morir tan pronto.
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