Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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Me encanta tu narrativa <3
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El sol brillaba intenso en el cielo azul, bañándolo con su cálida luz.

Los pétalos bailaban a un ritmo suave, orquestado por el viento primaveral, y esparciendo su perfume dulce por todo el jardín.

En el espacio resonaban los ladridos de Sebastián, creando un eco cada vez más cercano.

De repente, el canino emergió de los arbustos con una rama en la boca.

Ciel soltó una risa cantarina y feliz.

—¡Buen perro! —lo felicitó con un par de palmaditas en la cabeza.

Le sacudió las hojas que se le habían pegado en el pelaje durante su búsqueda, y tomando la rama, la volvió a lanzar con todas sus fuerzas lo más lejos posible.

—¡Ve a por ella! —ordenó con firmeza, obligándose a contener una sonrisa para que el perro lo tomara en serio.

Obedeciendo la orden de su pequeño amo, el perro negro volvió a correr, metiéndose nuevamente por los arbustos y yendo más allá del límite de los árboles del bosque que bordeaba la mansión.

Pero Ciel no pudo seguir prestándole atención, porque unos pasos detrás suyo revelaron la abrupta aparición de sus padres.

—Ciel —lo llamó su madre con una sonrisa hermosa.

Ella era hermosa.

La luz caía sobre ella y parecía etérea.

—Es hora de entrar —le dijo amorosamente, dándole una caricia en la cabeza.

Su padre asintió, su sonrisa era sutil pero igual de afectuosa.

—Ven —añadió él, ofreciéndole la mano.

Ciel sonrió y alargó la propia, sus manos a punto de tocarse...

Pero abrió los ojos.

Parpadeó con pesadez, despertando lentamente, los rostros de sus padres perdiéndose en los rincones más recónditos de su mente.

Había estado soñando sobre tiempos felices otra vez.

—¿Undertaker? —preguntó, su propia voz sintiéndose débil como su cuerpo.

De todas formas Ciel intentó sentarse, lográndolo con dificultad.

Luego, mirando la habitación e identificándola como su dormitorio, miró hacia el sepulturero, quien se encontraba sobre aquella máquina que lograba mantener a Ciel nutrido de su alimento.

Sin ella, no sería posible que este cuerpo pudiera 'ser'.

—Conde —dijo él suavemente—, vuelva a dormir.

No quería.

Pero terminó cerrando los ojos.

Hundiéndose nuevamente en el mar de sueños.

Una sonrisa dibujándose en su rostro dormido.
Me encocora
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