#Pesadillas
El péndulo oscila frente a ti, brillando como una gota de sangre suspendida en el aire. Mis dedos, largos como las garras de la misma muerte, lo manejan con precisión. El sonido metálico de la cadena, y mi voz, acompañan cada balanceo.
— ¿Lo ves? —las palabras no son más que un susurro rasposo, como uñas arañando vidrio— Cada movimiento, cada giro, te arrastra más profundo. Quédate quieto. No luches. Mira cómo la luz muere en tu reflejo... igual que tú morirás en el mío.
Mi sonrisa se ensancha, grotesca y llena de dientes afilados.
— ¿Sientes el vacío? Es tu mente cediendo, poco a poco. Pronto, no quedará nada más que mi voluntad, mi caos... mi hambre.
El péndulo sigue moviéndose, y mis ojos rojos se clavan en los tuyos como dagas ardientes.
— Relájate, pequeño. Te prometo que cuando todo termine... apenas recordarás lo que eras antes de conocerme.
El péndulo oscila frente a ti, brillando como una gota de sangre suspendida en el aire. Mis dedos, largos como las garras de la misma muerte, lo manejan con precisión. El sonido metálico de la cadena, y mi voz, acompañan cada balanceo.
— ¿Lo ves? —las palabras no son más que un susurro rasposo, como uñas arañando vidrio— Cada movimiento, cada giro, te arrastra más profundo. Quédate quieto. No luches. Mira cómo la luz muere en tu reflejo... igual que tú morirás en el mío.
Mi sonrisa se ensancha, grotesca y llena de dientes afilados.
— ¿Sientes el vacío? Es tu mente cediendo, poco a poco. Pronto, no quedará nada más que mi voluntad, mi caos... mi hambre.
El péndulo sigue moviéndose, y mis ojos rojos se clavan en los tuyos como dagas ardientes.
— Relájate, pequeño. Te prometo que cuando todo termine... apenas recordarás lo que eras antes de conocerme.
#Pesadillas
El péndulo oscila frente a ti, brillando como una gota de sangre suspendida en el aire. Mis dedos, largos como las garras de la misma muerte, lo manejan con precisión. El sonido metálico de la cadena, y mi voz, acompañan cada balanceo.
— ¿Lo ves? —las palabras no son más que un susurro rasposo, como uñas arañando vidrio— Cada movimiento, cada giro, te arrastra más profundo. Quédate quieto. No luches. Mira cómo la luz muere en tu reflejo... igual que tú morirás en el mío.
Mi sonrisa se ensancha, grotesca y llena de dientes afilados.
— ¿Sientes el vacío? Es tu mente cediendo, poco a poco. Pronto, no quedará nada más que mi voluntad, mi caos... mi hambre.
El péndulo sigue moviéndose, y mis ojos rojos se clavan en los tuyos como dagas ardientes.
— Relájate, pequeño. Te prometo que cuando todo termine... apenas recordarás lo que eras antes de conocerme.