« Que nuestro viaje esté libre de problemas, y que nos lleve hacia las estrellas. »
Los Anónimos habían sido generados al dejarlo viajar con ellos en el Expreso Astral, especialmente porque no tenía un destino al cual dirigirse y porque tampoco era claro el momento en que debería dejarlos. Podría ser que abandonara el vagón en su próxima parada o podrían pasar meses, incluso años, hasta que encontrara el lugar que buscaba; era un tripulante que tenía un ticket de viaje sin un destino concreto, pero existía la esperanza de encontrar el momento adecuado para dejarlos y continuar con su propio camino.
Era una nueva vida, un nuevo camino y una nueva oportunidad. Pero, también, era una nueva experiencia que se salía de sus manos y de la que, en su mayoría, no podía tener el control y mucho menos la comodidad de antes. Por supuesto que era consciente de que su vida sería diferente, de que todo cambiaría y que adaptarse no le debía suponer un reto mayor pero... Nada lo había preparado para ese sufrimiento.
En el momento que Marzo lo sugiriera, había sido una idea increíble con la que casi todos estuvieron de acuerdo. Además que, a su parecer, tenía sentido pues, al final, la habitación de Stelle tenía espacio de sobra y era mejor que dormir sobre un montón de cartones arrugados en el suelo del Vagón panorámico. Sin embargo, Sunday nunca esperó que aquella noche fuese tan... Peculiar. Incluso llegó a considerar que la idea de los cartones no era tan mala después de todo.
Lo primero que le había resultado pesado, más no imposible, era vestir aquella camisa. Si bien no tenía un equipaje que llevar consigo, creía que utilizar la ropa de la Trazacaminos Stelle, era un poco excesivo pero, después de todas las molestias que les había llegado a ocasionar, portar una camiseta con una leyenda como esa no era nada a pesar de no compartir su estilo. Lo segundo que creía soportable, aún, era compartir la cama con ella y escuchar sus pequeños ronquidos al dormir(?), sí, no estaba acostumbrado a ese tipo de sonidos, pero creía que si fuesen un poco más armoniosos, como la voz de su hermana Robin, lo llegaría a tolerar sin esfuerzo. Pero, lo que había rebasado la paciencia del Halovian, era esa maldita muñeca de la Bufona Enmascarada que estaba en la cama. Justo a su lado, donde si decidía darle la espalda a Stelle, la encontraría mirándole con esos enormes ojos que se mantenían fijos en su cara.
De solo pensar en su voz, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo; sabía que esa era solo una muñeca y nada más, un simple recuerdo que Stelle tenía en su habitación o una mera muñeca de colección que se veía bonita, pero no podía quitarse la sensación de esos recuerdos que estaban atados a ella. La desesperación de mantener la tranquilidad en Colonipenal, tener que usarla como un reemplazo de su hermana ante los ojos de los demás y, aún así, soportar sus chistes ácidos que intentaban sacarlo de sus casillas. Era estúpido que, ahora que se trataba de un simple montón de trapos, fuese más incómodo que cuando sí podía burlarse de él.
— ... —
Era una primera noche incómoda, extraña y que le producía tantas sensaciones que no sabía bien qué clase de emoción terminaba sintiendo. Lo único que sabía era que aquella noche cambiaría su vida para siempre y, si lograba sobrevivir, creía que podría mantenerse en el Expreso Astral por cientos de miles de kilómetros de vías pero, si no lograba tener el dominio suficiente, él mismo se terminaría aventando por alguna ventana antes de escuchar los ronquidos de Stelle un día más. (???)
[ Difumino la imagen no porque sea mala, pero sí para evitar que piensen es mala y no entiendo la delgada línea entre una y otra cosa, así que más vale prevenir. (???) Y es que me encanta porque fue la inspiración de esta bobería. (??)]
Los Anónimos habían sido generados al dejarlo viajar con ellos en el Expreso Astral, especialmente porque no tenía un destino al cual dirigirse y porque tampoco era claro el momento en que debería dejarlos. Podría ser que abandonara el vagón en su próxima parada o podrían pasar meses, incluso años, hasta que encontrara el lugar que buscaba; era un tripulante que tenía un ticket de viaje sin un destino concreto, pero existía la esperanza de encontrar el momento adecuado para dejarlos y continuar con su propio camino.
Era una nueva vida, un nuevo camino y una nueva oportunidad. Pero, también, era una nueva experiencia que se salía de sus manos y de la que, en su mayoría, no podía tener el control y mucho menos la comodidad de antes. Por supuesto que era consciente de que su vida sería diferente, de que todo cambiaría y que adaptarse no le debía suponer un reto mayor pero... Nada lo había preparado para ese sufrimiento.
En el momento que Marzo lo sugiriera, había sido una idea increíble con la que casi todos estuvieron de acuerdo. Además que, a su parecer, tenía sentido pues, al final, la habitación de Stelle tenía espacio de sobra y era mejor que dormir sobre un montón de cartones arrugados en el suelo del Vagón panorámico. Sin embargo, Sunday nunca esperó que aquella noche fuese tan... Peculiar. Incluso llegó a considerar que la idea de los cartones no era tan mala después de todo.
Lo primero que le había resultado pesado, más no imposible, era vestir aquella camisa. Si bien no tenía un equipaje que llevar consigo, creía que utilizar la ropa de la Trazacaminos Stelle, era un poco excesivo pero, después de todas las molestias que les había llegado a ocasionar, portar una camiseta con una leyenda como esa no era nada a pesar de no compartir su estilo. Lo segundo que creía soportable, aún, era compartir la cama con ella y escuchar sus pequeños ronquidos al dormir(?), sí, no estaba acostumbrado a ese tipo de sonidos, pero creía que si fuesen un poco más armoniosos, como la voz de su hermana Robin, lo llegaría a tolerar sin esfuerzo. Pero, lo que había rebasado la paciencia del Halovian, era esa maldita muñeca de la Bufona Enmascarada que estaba en la cama. Justo a su lado, donde si decidía darle la espalda a Stelle, la encontraría mirándole con esos enormes ojos que se mantenían fijos en su cara.
De solo pensar en su voz, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo; sabía que esa era solo una muñeca y nada más, un simple recuerdo que Stelle tenía en su habitación o una mera muñeca de colección que se veía bonita, pero no podía quitarse la sensación de esos recuerdos que estaban atados a ella. La desesperación de mantener la tranquilidad en Colonipenal, tener que usarla como un reemplazo de su hermana ante los ojos de los demás y, aún así, soportar sus chistes ácidos que intentaban sacarlo de sus casillas. Era estúpido que, ahora que se trataba de un simple montón de trapos, fuese más incómodo que cuando sí podía burlarse de él.
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Era una primera noche incómoda, extraña y que le producía tantas sensaciones que no sabía bien qué clase de emoción terminaba sintiendo. Lo único que sabía era que aquella noche cambiaría su vida para siempre y, si lograba sobrevivir, creía que podría mantenerse en el Expreso Astral por cientos de miles de kilómetros de vías pero, si no lograba tener el dominio suficiente, él mismo se terminaría aventando por alguna ventana antes de escuchar los ronquidos de Stelle un día más. (???)
[ Difumino la imagen no porque sea mala, pero sí para evitar que piensen es mala y no entiendo la delgada línea entre una y otra cosa, así que más vale prevenir. (???) Y es que me encanta porque fue la inspiración de esta bobería. (??)]
« Que nuestro viaje esté libre de problemas, y que nos lleve hacia las estrellas. »
Los Anónimos habían sido generados al dejarlo viajar con ellos en el Expreso Astral, especialmente porque no tenía un destino al cual dirigirse y porque tampoco era claro el momento en que debería dejarlos. Podría ser que abandonara el vagón en su próxima parada o podrían pasar meses, incluso años, hasta que encontrara el lugar que buscaba; era un tripulante que tenía un ticket de viaje sin un destino concreto, pero existía la esperanza de encontrar el momento adecuado para dejarlos y continuar con su propio camino.
Era una nueva vida, un nuevo camino y una nueva oportunidad. Pero, también, era una nueva experiencia que se salía de sus manos y de la que, en su mayoría, no podía tener el control y mucho menos la comodidad de antes. Por supuesto que era consciente de que su vida sería diferente, de que todo cambiaría y que adaptarse no le debía suponer un reto mayor pero... Nada lo había preparado para ese sufrimiento.
En el momento que Marzo lo sugiriera, había sido una idea increíble con la que casi todos estuvieron de acuerdo. Además que, a su parecer, tenía sentido pues, al final, la habitación de Stelle tenía espacio de sobra y era mejor que dormir sobre un montón de cartones arrugados en el suelo del Vagón panorámico. Sin embargo, Sunday nunca esperó que aquella noche fuese tan... Peculiar. Incluso llegó a considerar que la idea de los cartones no era tan mala después de todo.
Lo primero que le había resultado pesado, más no imposible, era vestir aquella camisa. Si bien no tenía un equipaje que llevar consigo, creía que utilizar la ropa de la Trazacaminos Stelle, era un poco excesivo pero, después de todas las molestias que les había llegado a ocasionar, portar una camiseta con una leyenda como esa no era nada a pesar de no compartir su estilo. Lo segundo que creía soportable, aún, era compartir la cama con ella y escuchar sus pequeños ronquidos al dormir(?), sí, no estaba acostumbrado a ese tipo de sonidos, pero creía que si fuesen un poco más armoniosos, como la voz de su hermana Robin, lo llegaría a tolerar sin esfuerzo. Pero, lo que había rebasado la paciencia del Halovian, era esa maldita muñeca de la Bufona Enmascarada que estaba en la cama. Justo a su lado, donde si decidía darle la espalda a Stelle, la encontraría mirándole con esos enormes ojos que se mantenían fijos en su cara.
De solo pensar en su voz, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo; sabía que esa era solo una muñeca y nada más, un simple recuerdo que Stelle tenía en su habitación o una mera muñeca de colección que se veía bonita, pero no podía quitarse la sensación de esos recuerdos que estaban atados a ella. La desesperación de mantener la tranquilidad en Colonipenal, tener que usarla como un reemplazo de su hermana ante los ojos de los demás y, aún así, soportar sus chistes ácidos que intentaban sacarlo de sus casillas. Era estúpido que, ahora que se trataba de un simple montón de trapos, fuese más incómodo que cuando sí podía burlarse de él.
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Era una primera noche incómoda, extraña y que le producía tantas sensaciones que no sabía bien qué clase de emoción terminaba sintiendo. Lo único que sabía era que aquella noche cambiaría su vida para siempre y, si lograba sobrevivir, creía que podría mantenerse en el Expreso Astral por cientos de miles de kilómetros de vías pero, si no lograba tener el dominio suficiente, él mismo se terminaría aventando por alguna ventana antes de escuchar los ronquidos de Stelle un día más. (???)
[ Difumino la imagen no porque sea mala, pero sí para evitar que piensen es mala y no entiendo la delgada línea entre una y otra cosa, así que más vale prevenir. (???) Y es que me encanta porque fue la inspiración de esta bobería. (??)]
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