El suave murmullo de un villancico llenaba el aire mientras Carmina ajustaba las luces en el árbol de Navidad. El salón estaba cálido y acogedor, decorado con tonos dorados y rojos, y el aroma a canela se mezclaba con el pino fresco del árbol. Lucia, su abuela, estaba cómodamente sentada en su sillón favorito, envuelta en una manta gruesa, con una taza de té caliente entre las manos.

—Esa estrella está un poco torcida, ragazza —comentó Lucia, señalando con la cabeza hacia la cima del árbol—. Aunque tal vez no esté tan mal. Igual que tus citas.

Carmina soltó un suspiro exasperado mientras se estiraba en la punta de los pies para enderezar la estrella. —¿De verdad vamos a hablar de eso ahora, nonna?

—¿Y por qué no? —Lucia se encogió de hombros, su sonrisa llena de travesura—. El árbol no es lo único que necesita un poco de equilibrio.

Carmina bajó del taburete, con un lazo dorado en la mano, y se giró hacia ella. —Si quieres darme consejos de amor, al menos hazlo con algo de tacto.

Lucia rió suavemente, tomando un sorbo de su té. —Ah, pero ¿cómo te voy a ayudar si tú misma no sabes lo que buscas? Primero fue el tipo que hablaba solo de su gimnasio, luego el que trajo a su perro a la cita sin avisar… ¿Qué esperabas? ¿Un caballero de armadura brillante?

Carmina se dejó caer en el sofá, dejando el lazo a un lado. —No quiero un caballero, solo alguien con… no sé, algo de sentido común.

Lucia dejó su taza en la mesita, mirándola con ternura. —Escucha, tesoro. El amor no siempre es perfecto desde el principio. A veces es como ese árbol que estás decorando. Parece un lío al principio, pero con paciencia y cuidado, termina siendo hermoso.

Carmina miró el árbol y luego a su abuela. —¿Estás diciendo que tengo que soportar un desastre para llegar a algo bueno?

Lucia soltó una carcajada. —No exactamente, pero tampoco puedes esperar que todo sea fácil. A veces, el amor se encuentra donde menos lo esperas, mientras haces cosas simples. Como poner luces en un árbol o decorar una casa.

Carmina sonrió levemente, poniéndose de pie para continuar con los adornos. Mientras colgaba una esfera roja, pensó que tal vez su abuela tenía razón. Quizá el amor no estaba tan lejos, solo debía dejar de buscarlo con tanta prisa.
El suave murmullo de un villancico llenaba el aire mientras Carmina ajustaba las luces en el árbol de Navidad. El salón estaba cálido y acogedor, decorado con tonos dorados y rojos, y el aroma a canela se mezclaba con el pino fresco del árbol. Lucia, su abuela, estaba cómodamente sentada en su sillón favorito, envuelta en una manta gruesa, con una taza de té caliente entre las manos. —Esa estrella está un poco torcida, ragazza —comentó Lucia, señalando con la cabeza hacia la cima del árbol—. Aunque tal vez no esté tan mal. Igual que tus citas. Carmina soltó un suspiro exasperado mientras se estiraba en la punta de los pies para enderezar la estrella. —¿De verdad vamos a hablar de eso ahora, nonna? —¿Y por qué no? —Lucia se encogió de hombros, su sonrisa llena de travesura—. El árbol no es lo único que necesita un poco de equilibrio. Carmina bajó del taburete, con un lazo dorado en la mano, y se giró hacia ella. —Si quieres darme consejos de amor, al menos hazlo con algo de tacto. Lucia rió suavemente, tomando un sorbo de su té. —Ah, pero ¿cómo te voy a ayudar si tú misma no sabes lo que buscas? Primero fue el tipo que hablaba solo de su gimnasio, luego el que trajo a su perro a la cita sin avisar… ¿Qué esperabas? ¿Un caballero de armadura brillante? Carmina se dejó caer en el sofá, dejando el lazo a un lado. —No quiero un caballero, solo alguien con… no sé, algo de sentido común. Lucia dejó su taza en la mesita, mirándola con ternura. —Escucha, tesoro. El amor no siempre es perfecto desde el principio. A veces es como ese árbol que estás decorando. Parece un lío al principio, pero con paciencia y cuidado, termina siendo hermoso. Carmina miró el árbol y luego a su abuela. —¿Estás diciendo que tengo que soportar un desastre para llegar a algo bueno? Lucia soltó una carcajada. —No exactamente, pero tampoco puedes esperar que todo sea fácil. A veces, el amor se encuentra donde menos lo esperas, mientras haces cosas simples. Como poner luces en un árbol o decorar una casa. Carmina sonrió levemente, poniéndose de pie para continuar con los adornos. Mientras colgaba una esfera roja, pensó que tal vez su abuela tenía razón. Quizá el amor no estaba tan lejos, solo debía dejar de buscarlo con tanta prisa.
Me encocora
Me gusta
6
0 turnos 0 maullidos 230 vistas
Patrocinados
Patrocinados