Cho estaba sentada en el rincón más tranquilo de la biblioteca de la escuela, como siempre lo hacía cuando necesitaba escapar del bullicio. Entre las páginas de la revista de entretenimiento, se encontró con un artículo sobre las últimas "aventuras" de Sagitario, el eterno viajero, siempre buscando nuevos horizontes y contando historias de su última escapada. Cho dejó escapar una ligera sonrisa, claramente divertida por la imagen que muchos tenían de él.
Dejó la revista a un lado y, tomando un sorbo de su bebida, murmuró para sí misma:
— ¡Ay, Sagitario! Siempre con esa actitud de 'yo sé todo porque me leí un libro y viajé a tres lugares'. Pero, corazón, ¿cuándo vas a aprender que no basta con correr por el mundo si sigues huyendo de tus problemas? Primero resuelve tu caos, y luego nos cuentas de tus 'grandes aventuras'. —
La verdad es que a veces Cho prefería quedarse con las palabras y pensamientos que no siempre decía en voz alta. A los demás les gustaba hablar de lo que veían, pero Cho sabía que había más en las personas de lo que mostraban al mundo.
Dejó la revista a un lado y, tomando un sorbo de su bebida, murmuró para sí misma:
— ¡Ay, Sagitario! Siempre con esa actitud de 'yo sé todo porque me leí un libro y viajé a tres lugares'. Pero, corazón, ¿cuándo vas a aprender que no basta con correr por el mundo si sigues huyendo de tus problemas? Primero resuelve tu caos, y luego nos cuentas de tus 'grandes aventuras'. —
La verdad es que a veces Cho prefería quedarse con las palabras y pensamientos que no siempre decía en voz alta. A los demás les gustaba hablar de lo que veían, pero Cho sabía que había más en las personas de lo que mostraban al mundo.
Cho estaba sentada en el rincón más tranquilo de la biblioteca de la escuela, como siempre lo hacía cuando necesitaba escapar del bullicio. Entre las páginas de la revista de entretenimiento, se encontró con un artículo sobre las últimas "aventuras" de Sagitario, el eterno viajero, siempre buscando nuevos horizontes y contando historias de su última escapada. Cho dejó escapar una ligera sonrisa, claramente divertida por la imagen que muchos tenían de él.
Dejó la revista a un lado y, tomando un sorbo de su bebida, murmuró para sí misma:
— ¡Ay, Sagitario! Siempre con esa actitud de 'yo sé todo porque me leí un libro y viajé a tres lugares'. Pero, corazón, ¿cuándo vas a aprender que no basta con correr por el mundo si sigues huyendo de tus problemas? Primero resuelve tu caos, y luego nos cuentas de tus 'grandes aventuras'. —
La verdad es que a veces Cho prefería quedarse con las palabras y pensamientos que no siempre decía en voz alta. A los demás les gustaba hablar de lo que veían, pero Cho sabía que había más en las personas de lo que mostraban al mundo.