Interludio II
La caja se hallaba justo en medio del salón.
Su diseño simple no llamaba la atención, pero su presencia era lo suficientemente evidente como para no pasar desapercibida para quien ingresara a la habitación.
Sin dudas, y dadas las fechas en las que nos encontrábamos, se trataba de un obsequio.
La caja, envuelta en un lindo moño rosado, tenía un tamaño considerable. A simple vista, uno podría pensar que era tan grande que hasta una persona podría caber en su interior.
¡Tump, tump!
De repente, se escucharon los sonidos de unos golpes. Parecían provenir de aquella simple y gran caja de regalo en medio del salón.
¡Tump, tump!
Los golpes continuaron hasta que quien fuera que los provocaba en el interior del regalo se cansó y decidió probar otra cosa.
Segundos después, la tapa comenzó a ser empujada, aunque no llegó a abrirse del todo. Parecía que el lindo moño impedía su completa apertura. Además, quien estuviera dentro no parecía tener mucha fuerza.
No obstante, su esfuerzo finalmente dio frutos: la tapa se abrió de manera abrupta, volando por los aires junto la cinta rosada que anteriormente había sido un moño, y cayendo en algún lugar del suelo.
Ahora que la caja estaba abierta, lo primero que se reveló del interior fueron unas manos pálidas y delicadas sosteniéndose de los bordes, las mismas que habían estado golpeando la caja en un principio.
Luego, tímidamente, apareció una cabeza de cabellos níveos y algo desordenados, seguida finalmente por el rostro de la persona que todo este tiempo había estado encerrada en la caja.
Su rostro estaba sonrojado, seguramente por el calor que había pasado ahí dentro. Además, fruncía el ceño con irritación, claramente molesto por haber permanecido en ese lugar quién sabe cuánto tiempo.
Su diseño simple no llamaba la atención, pero su presencia era lo suficientemente evidente como para no pasar desapercibida para quien ingresara a la habitación.
Sin dudas, y dadas las fechas en las que nos encontrábamos, se trataba de un obsequio.
La caja, envuelta en un lindo moño rosado, tenía un tamaño considerable. A simple vista, uno podría pensar que era tan grande que hasta una persona podría caber en su interior.
¡Tump, tump!
De repente, se escucharon los sonidos de unos golpes. Parecían provenir de aquella simple y gran caja de regalo en medio del salón.
¡Tump, tump!
Los golpes continuaron hasta que quien fuera que los provocaba en el interior del regalo se cansó y decidió probar otra cosa.
Segundos después, la tapa comenzó a ser empujada, aunque no llegó a abrirse del todo. Parecía que el lindo moño impedía su completa apertura. Además, quien estuviera dentro no parecía tener mucha fuerza.
No obstante, su esfuerzo finalmente dio frutos: la tapa se abrió de manera abrupta, volando por los aires junto la cinta rosada que anteriormente había sido un moño, y cayendo en algún lugar del suelo.
Ahora que la caja estaba abierta, lo primero que se reveló del interior fueron unas manos pálidas y delicadas sosteniéndose de los bordes, las mismas que habían estado golpeando la caja en un principio.
Luego, tímidamente, apareció una cabeza de cabellos níveos y algo desordenados, seguida finalmente por el rostro de la persona que todo este tiempo había estado encerrada en la caja.
Su rostro estaba sonrojado, seguramente por el calor que había pasado ahí dentro. Además, fruncía el ceño con irritación, claramente molesto por haber permanecido en ese lugar quién sabe cuánto tiempo.
La caja se hallaba justo en medio del salón.
Su diseño simple no llamaba la atención, pero su presencia era lo suficientemente evidente como para no pasar desapercibida para quien ingresara a la habitación.
Sin dudas, y dadas las fechas en las que nos encontrábamos, se trataba de un obsequio.
La caja, envuelta en un lindo moño rosado, tenía un tamaño considerable. A simple vista, uno podría pensar que era tan grande que hasta una persona podría caber en su interior.
¡Tump, tump!
De repente, se escucharon los sonidos de unos golpes. Parecían provenir de aquella simple y gran caja de regalo en medio del salón.
¡Tump, tump!
Los golpes continuaron hasta que quien fuera que los provocaba en el interior del regalo se cansó y decidió probar otra cosa.
Segundos después, la tapa comenzó a ser empujada, aunque no llegó a abrirse del todo. Parecía que el lindo moño impedía su completa apertura. Además, quien estuviera dentro no parecía tener mucha fuerza.
No obstante, su esfuerzo finalmente dio frutos: la tapa se abrió de manera abrupta, volando por los aires junto la cinta rosada que anteriormente había sido un moño, y cayendo en algún lugar del suelo.
Ahora que la caja estaba abierta, lo primero que se reveló del interior fueron unas manos pálidas y delicadas sosteniéndose de los bordes, las mismas que habían estado golpeando la caja en un principio.
Luego, tímidamente, apareció una cabeza de cabellos níveos y algo desordenados, seguida finalmente por el rostro de la persona que todo este tiempo había estado encerrada en la caja.
Su rostro estaba sonrojado, seguramente por el calor que había pasado ahí dentro. Además, fruncía el ceño con irritación, claramente molesto por haber permanecido en ese lugar quién sabe cuánto tiempo.
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible