Lo único que podía oírse eran las suelas de sus zapatos chocar contra el suelo frío y duro.

Cada rincón de la mansión Phantomhive parecía intacta, como si nunca hubiera sufrido ningún daño, como si nunca hubiera sucedido la tragedia; los rastros de aquella fatídica noche habían desaparecido por completo.

Sí, evidentemente, los tapices, las paredes empapeladas, la pintura, las decoraciones, el inmueble... todo había sido modificado. Sin embargo, la sangre y las llamas de esa noche permanecerían en su memoria para siempre.

—Hiciste un buen trabajo —elogió con una sonrisa, como si su hermano estuviera a su lado, observándolo recorrer los pasillos de su hogar y escuchando sus divagaciones.

Ciel continuó con el recorrido, a paso lento, dejándose invadir por los recuerdos de su infancia, como si así pudiera sentirse nuevamente completo.

Pero... algo le faltaba.

Padre y Madre, e incluso, Sebastián.

Ahora, solo quedaba él.

Ciel detuvo su andar, miró la noche a través de la ventana y alzó la mano hacia la luna llena.

—Quisiera correr a tu lado.
Lo único que podía oírse eran las suelas de sus zapatos chocar contra el suelo frío y duro. Cada rincón de la mansión Phantomhive parecía intacta, como si nunca hubiera sufrido ningún daño, como si nunca hubiera sucedido la tragedia; los rastros de aquella fatídica noche habían desaparecido por completo. Sí, evidentemente, los tapices, las paredes empapeladas, la pintura, las decoraciones, el inmueble... todo había sido modificado. Sin embargo, la sangre y las llamas de esa noche permanecerían en su memoria para siempre. —Hiciste un buen trabajo —elogió con una sonrisa, como si su hermano estuviera a su lado, observándolo recorrer los pasillos de su hogar y escuchando sus divagaciones. Ciel continuó con el recorrido, a paso lento, dejándose invadir por los recuerdos de su infancia, como si así pudiera sentirse nuevamente completo. Pero... algo le faltaba. Padre y Madre, e incluso, Sebastián. Ahora, solo quedaba él. Ciel detuvo su andar, miró la noche a través de la ventana y alzó la mano hacia la luna llena. —Quisiera correr a tu lado.
Me encocora
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