El tintineo de las campanas en la puerta aún resonaba en la mente de Carmina mientras se quitaba los zapatos al entrar a su habitación. Había sido otro día largo en la tienda de conveniencia de su abuela, atendiendo clientes y reponiendo estantes. Se desplomó sobre su cama, dejando el uniforme tirado en una silla cercana. Desde su mesita de noche, la foto de su abuela joven la observaba, recordándole por qué seguía trabajando tan duro. Minu, su gato, saltó al colchón, acomodándose a su lado. "Otro día hecho, Minu", susurró, acariciándolo mientras el cansancio la llevaba al sueño.
El tintineo de las campanas en la puerta aún resonaba en la mente de Carmina mientras se quitaba los zapatos al entrar a su habitación. Había sido otro día largo en la tienda de conveniencia de su abuela, atendiendo clientes y reponiendo estantes. Se desplomó sobre su cama, dejando el uniforme tirado en una silla cercana. Desde su mesita de noche, la foto de su abuela joven la observaba, recordándole por qué seguía trabajando tan duro. Minu, su gato, saltó al colchón, acomodándose a su lado. "Otro día hecho, Minu", susurró, acariciándolo mientras el cansancio la llevaba al sueño.
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