#Monorol
Y entonces, en la soledad de la playa comenzó a recordar toda su vida. Se sentía patético con tanta melancolía sobre él. Dejó caer su cabellera, con la intención de cubrir su cara y no dejar ver esa expresión vulnerable. No sabía hace cuánto estaba así; drogado, triste, perdido y alcoholizado. Probablemente la mitad de su su vida haya sido así.
Recuerda perfectamente el día del accidente; su madre había ido a llevar a sus hermanos pequeños al colegio mientras él junto a su padre se quedaban en casa, trabajando en un nuevo marco para una foto familiar. Pero, en esa tarde, recibieron la noticia de la muerte de su madre y sus dos hermanos. Un auto negro, en persecución por la policía había chocado contra el coche de su madre, y en consecuencia, matando a los tres.
El segundo momento trágico en su vida, la muerte de su mejor amigo. Dos balas en su pierna derecha, una en el corazón y otra en su cuello. En un intento de robo, su mejor amigo forcejeó, corrió y huyó con dos balas en su pierna, la siguiente fue al pecho, y en sus últimos momentos de vida la última bala dió con su cuello. Los causantes de tal crimen jamás fueron atrapados; después de todo, ¿A quién le importaba un niño de barrios bajos y sin dinero, no?
Y llegó hasta la pérdida más dolorosa; su mentor, amante y compañero. Una persona que lo había acogido en su momento más bajo, un faro de luz que lo guió y le enseñó a defenderse del Mundo y sus hostilidades. Murió en un cruce de bandas, ese día lo recordaba perfectamente. Estaba vendiendo algo de éxtasis durante la noche, haciendo el trabajo que le habían encargado hacer. Algo andaba mal, lo presentía, sentía que algo iba a ocurrir esa noche, pero decidió hacer caso omiso a eso, y cuánto se arrepentía de hacerlo. En una mañana, mientras se levantaba en una cama ajena culpa de la fiesta de la noche anterior, en su celular llegó un mensaje, una notificación, su compañero de contrabando avisando sobre la muerte de su amante. Corrió, corrió con todas sus fuerzas hacia el hospital, mientras en su mente se repetía una y otra vez las palabras de su compañero: "el jefe murió". No, él no podía morir, tenían planeado mucho juntos, no podía abandonarlo. Pero lastimosamente, aunque lo negara y negara, el amor de su vida había muerto, y no pudo hacer nada.
Y así llegó a su momento actual, en esa playa, drogado y borracho. Otra vez, a repetir el ciclo de adicción en el que había vuelto a entrar.
Y entonces, en la soledad de la playa comenzó a recordar toda su vida. Se sentía patético con tanta melancolía sobre él. Dejó caer su cabellera, con la intención de cubrir su cara y no dejar ver esa expresión vulnerable. No sabía hace cuánto estaba así; drogado, triste, perdido y alcoholizado. Probablemente la mitad de su su vida haya sido así.
Recuerda perfectamente el día del accidente; su madre había ido a llevar a sus hermanos pequeños al colegio mientras él junto a su padre se quedaban en casa, trabajando en un nuevo marco para una foto familiar. Pero, en esa tarde, recibieron la noticia de la muerte de su madre y sus dos hermanos. Un auto negro, en persecución por la policía había chocado contra el coche de su madre, y en consecuencia, matando a los tres.
El segundo momento trágico en su vida, la muerte de su mejor amigo. Dos balas en su pierna derecha, una en el corazón y otra en su cuello. En un intento de robo, su mejor amigo forcejeó, corrió y huyó con dos balas en su pierna, la siguiente fue al pecho, y en sus últimos momentos de vida la última bala dió con su cuello. Los causantes de tal crimen jamás fueron atrapados; después de todo, ¿A quién le importaba un niño de barrios bajos y sin dinero, no?
Y llegó hasta la pérdida más dolorosa; su mentor, amante y compañero. Una persona que lo había acogido en su momento más bajo, un faro de luz que lo guió y le enseñó a defenderse del Mundo y sus hostilidades. Murió en un cruce de bandas, ese día lo recordaba perfectamente. Estaba vendiendo algo de éxtasis durante la noche, haciendo el trabajo que le habían encargado hacer. Algo andaba mal, lo presentía, sentía que algo iba a ocurrir esa noche, pero decidió hacer caso omiso a eso, y cuánto se arrepentía de hacerlo. En una mañana, mientras se levantaba en una cama ajena culpa de la fiesta de la noche anterior, en su celular llegó un mensaje, una notificación, su compañero de contrabando avisando sobre la muerte de su amante. Corrió, corrió con todas sus fuerzas hacia el hospital, mientras en su mente se repetía una y otra vez las palabras de su compañero: "el jefe murió". No, él no podía morir, tenían planeado mucho juntos, no podía abandonarlo. Pero lastimosamente, aunque lo negara y negara, el amor de su vida había muerto, y no pudo hacer nada.
Y así llegó a su momento actual, en esa playa, drogado y borracho. Otra vez, a repetir el ciclo de adicción en el que había vuelto a entrar.
#Monorol
Y entonces, en la soledad de la playa comenzó a recordar toda su vida. Se sentía patético con tanta melancolía sobre él. Dejó caer su cabellera, con la intención de cubrir su cara y no dejar ver esa expresión vulnerable. No sabía hace cuánto estaba así; drogado, triste, perdido y alcoholizado. Probablemente la mitad de su su vida haya sido así.
Recuerda perfectamente el día del accidente; su madre había ido a llevar a sus hermanos pequeños al colegio mientras él junto a su padre se quedaban en casa, trabajando en un nuevo marco para una foto familiar. Pero, en esa tarde, recibieron la noticia de la muerte de su madre y sus dos hermanos. Un auto negro, en persecución por la policía había chocado contra el coche de su madre, y en consecuencia, matando a los tres.
El segundo momento trágico en su vida, la muerte de su mejor amigo. Dos balas en su pierna derecha, una en el corazón y otra en su cuello. En un intento de robo, su mejor amigo forcejeó, corrió y huyó con dos balas en su pierna, la siguiente fue al pecho, y en sus últimos momentos de vida la última bala dió con su cuello. Los causantes de tal crimen jamás fueron atrapados; después de todo, ¿A quién le importaba un niño de barrios bajos y sin dinero, no?
Y llegó hasta la pérdida más dolorosa; su mentor, amante y compañero. Una persona que lo había acogido en su momento más bajo, un faro de luz que lo guió y le enseñó a defenderse del Mundo y sus hostilidades. Murió en un cruce de bandas, ese día lo recordaba perfectamente. Estaba vendiendo algo de éxtasis durante la noche, haciendo el trabajo que le habían encargado hacer. Algo andaba mal, lo presentía, sentía que algo iba a ocurrir esa noche, pero decidió hacer caso omiso a eso, y cuánto se arrepentía de hacerlo. En una mañana, mientras se levantaba en una cama ajena culpa de la fiesta de la noche anterior, en su celular llegó un mensaje, una notificación, su compañero de contrabando avisando sobre la muerte de su amante. Corrió, corrió con todas sus fuerzas hacia el hospital, mientras en su mente se repetía una y otra vez las palabras de su compañero: "el jefe murió". No, él no podía morir, tenían planeado mucho juntos, no podía abandonarlo. Pero lastimosamente, aunque lo negara y negara, el amor de su vida había muerto, y no pudo hacer nada.
Y así llegó a su momento actual, en esa playa, drogado y borracho. Otra vez, a repetir el ciclo de adicción en el que había vuelto a entrar.