A veces había momentos donde él desde altos sitios observaba la ciudad, un pueblo, cualquier clase de localidad, miraba a las personas caminando en las calles, haciendo sus respectivas vidas y continuando con sus existencias. Pero no había un fin en ello, ni nada especial, era como observar un terrario por horas y ver como los insectos hacen su vida en esa prisión, o ver una pecera y a los peces en lo suyo. El observar animales en un zoológico también podría servir como una comparación buena a esa clase de observación.
No sabría si describirlo como una afición, o simplemente una costumbre, para muchos sería perder el tiempo inútilmente, no tener nada mejor que hacer. Pero cuando la vida de alguien es extensa, por no decir, longeva o incluso tratarse de inmortalidad, el concepto de perder el tiempo y derrocharlo deja de tener sentido.
Esa aparente tranquilidad finalizaría con el sonido de su teléfono móvil, al cual presto atención al mirar la pantalla de este. — Supongo que se acabó la tranquilidad.
No sabría si describirlo como una afición, o simplemente una costumbre, para muchos sería perder el tiempo inútilmente, no tener nada mejor que hacer. Pero cuando la vida de alguien es extensa, por no decir, longeva o incluso tratarse de inmortalidad, el concepto de perder el tiempo y derrocharlo deja de tener sentido.
Esa aparente tranquilidad finalizaría con el sonido de su teléfono móvil, al cual presto atención al mirar la pantalla de este. — Supongo que se acabó la tranquilidad.
A veces había momentos donde él desde altos sitios observaba la ciudad, un pueblo, cualquier clase de localidad, miraba a las personas caminando en las calles, haciendo sus respectivas vidas y continuando con sus existencias. Pero no había un fin en ello, ni nada especial, era como observar un terrario por horas y ver como los insectos hacen su vida en esa prisión, o ver una pecera y a los peces en lo suyo. El observar animales en un zoológico también podría servir como una comparación buena a esa clase de observación.
No sabría si describirlo como una afición, o simplemente una costumbre, para muchos sería perder el tiempo inútilmente, no tener nada mejor que hacer. Pero cuando la vida de alguien es extensa, por no decir, longeva o incluso tratarse de inmortalidad, el concepto de perder el tiempo y derrocharlo deja de tener sentido.
Esa aparente tranquilidad finalizaría con el sonido de su teléfono móvil, al cual presto atención al mirar la pantalla de este. — Supongo que se acabó la tranquilidad.