La niebla cubría el Bosque de los Vientos del Alba, un gris espeso que se enroscaba en las ramas y convertía los árboles en sombras espectrales. Era una mañana sin cantos de pájaros, sin murmullos del viento, como si la naturaleza misma supiera que algo oscuro acechaba en sus dominios. Entre las sombras, el guerrero élfico Kaelen avanzaba, siguiendo las...