Orihime se encontraba en su habitación, observando la suave luz de la luna que se colaba por la ventana. Esa misma luz, fría y distante, parecía iluminar las dudas que se acumulaban en su pecho, las emociones que había intentado reprimir tantas veces pero que siempre regresaban, fuertes y desbordantes.

Desde la noche en que se había despedido de Ichigo en silencio, las palabras que le había dicho, aún dormido, seguían resonando en su mente. "Te amo", había susurrado, apenas atreviéndose a pronunciarlo, como si al decirlo en voz alta hubiera invocado un hechizo secreto. Recordaba el ligero roce de sus labios en su mejilla, la mezcla de alegría y tristeza que había sentido. Sabía que no podía esperar nada a cambio, pero no podía evitar soñar, aunque fuera solo en su imaginación.

Mientras contemplaba el cielo, se preguntó si algún día tendría el valor de decírselo frente a frente, mirándolo a los ojos. Pensó en todas las veces que Ichigo había estado allí para ella, protegiéndola sin dudar. ¿Lo notaba él, acaso? ¿Podía sentir cuánto significaba para ella cada gesto, cada palabra, incluso cuando parecía distante? Orihime sonrió con melancolía. Tal vez Ichigo nunca se enteraría de cuánto lo amaba, pero eso estaba bien. Su felicidad siempre había sido suficiente para ella.

Apoyó la mano en el vidrio de la ventana y cerró los ojos, imaginando por un momento que Ichigo estaba a su lado, que le sonreía con esa mirada segura que la hacía sentir tan protegida. "Si tan solo supieras…" pensó, mientras el eco de sus sentimientos flotaba en la habitación, en silencio, como un secreto eterno guardado bajo la luz de la luna.
Orihime se encontraba en su habitación, observando la suave luz de la luna que se colaba por la ventana. Esa misma luz, fría y distante, parecía iluminar las dudas que se acumulaban en su pecho, las emociones que había intentado reprimir tantas veces pero que siempre regresaban, fuertes y desbordantes. Desde la noche en que se había despedido de Ichigo en silencio, las palabras que le había dicho, aún dormido, seguían resonando en su mente. "Te amo", había susurrado, apenas atreviéndose a pronunciarlo, como si al decirlo en voz alta hubiera invocado un hechizo secreto. Recordaba el ligero roce de sus labios en su mejilla, la mezcla de alegría y tristeza que había sentido. Sabía que no podía esperar nada a cambio, pero no podía evitar soñar, aunque fuera solo en su imaginación. Mientras contemplaba el cielo, se preguntó si algún día tendría el valor de decírselo frente a frente, mirándolo a los ojos. Pensó en todas las veces que Ichigo había estado allí para ella, protegiéndola sin dudar. ¿Lo notaba él, acaso? ¿Podía sentir cuánto significaba para ella cada gesto, cada palabra, incluso cuando parecía distante? Orihime sonrió con melancolía. Tal vez Ichigo nunca se enteraría de cuánto lo amaba, pero eso estaba bien. Su felicidad siempre había sido suficiente para ella. Apoyó la mano en el vidrio de la ventana y cerró los ojos, imaginando por un momento que Ichigo estaba a su lado, que le sonreía con esa mirada segura que la hacía sentir tan protegida. "Si tan solo supieras…" pensó, mientras el eco de sus sentimientos flotaba en la habitación, en silencio, como un secreto eterno guardado bajo la luz de la luna.
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