Carmina se miró al espejo, su reflejo devolviéndole una expresión cansada. Había tenido días mejores, pero hoy decidió que algo debía cambiar, aunque fuera un pequeño gesto. Con unas tijeras en la mano, respiró hondo. "Un fleco nuevo siempre ayuda", se dijo, recordando que eso es lo que hacían en las películas cuando las protagonistas querían un nuevo comienzo.
Con cuidado, se cortó el fleco, tratando de darle un toque fresco y algo atrevido. Se peinó el cabello hacia abajo, alisándolo con más paciencia de la habitual, soñando con cómo se vería lacio, pulido y brillante, como las chicas que solía admirar en internet.
Luego, tomó su neceser de maquillaje. "Nada que un poco de color no arregle", pensó, aplicando rubor en sus mejillas y un tono suave en los labios, buscando en esos pequeños gestos algo de consuelo. A medida que se maquillaba, casi pudo sentir el peso de sus preocupaciones aligerarse, aunque fuera por un instante.
Se miró de nuevo, su nueva versión en el espejo no era radicalmente diferente, pero algo había cambiado en su mirada. Quizá no era solo el fleco o el maquillaje, sino esa pequeña chispa de esperanza, esa promesa de que podía, poco a poco, sentirse mejor.
Con cuidado, se cortó el fleco, tratando de darle un toque fresco y algo atrevido. Se peinó el cabello hacia abajo, alisándolo con más paciencia de la habitual, soñando con cómo se vería lacio, pulido y brillante, como las chicas que solía admirar en internet.
Luego, tomó su neceser de maquillaje. "Nada que un poco de color no arregle", pensó, aplicando rubor en sus mejillas y un tono suave en los labios, buscando en esos pequeños gestos algo de consuelo. A medida que se maquillaba, casi pudo sentir el peso de sus preocupaciones aligerarse, aunque fuera por un instante.
Se miró de nuevo, su nueva versión en el espejo no era radicalmente diferente, pero algo había cambiado en su mirada. Quizá no era solo el fleco o el maquillaje, sino esa pequeña chispa de esperanza, esa promesa de que podía, poco a poco, sentirse mejor.
Carmina se miró al espejo, su reflejo devolviéndole una expresión cansada. Había tenido días mejores, pero hoy decidió que algo debía cambiar, aunque fuera un pequeño gesto. Con unas tijeras en la mano, respiró hondo. "Un fleco nuevo siempre ayuda", se dijo, recordando que eso es lo que hacían en las películas cuando las protagonistas querían un nuevo comienzo.
Con cuidado, se cortó el fleco, tratando de darle un toque fresco y algo atrevido. Se peinó el cabello hacia abajo, alisándolo con más paciencia de la habitual, soñando con cómo se vería lacio, pulido y brillante, como las chicas que solía admirar en internet.
Luego, tomó su neceser de maquillaje. "Nada que un poco de color no arregle", pensó, aplicando rubor en sus mejillas y un tono suave en los labios, buscando en esos pequeños gestos algo de consuelo. A medida que se maquillaba, casi pudo sentir el peso de sus preocupaciones aligerarse, aunque fuera por un instante.
Se miró de nuevo, su nueva versión en el espejo no era radicalmente diferente, pero algo había cambiado en su mirada. Quizá no era solo el fleco o el maquillaje, sino esa pequeña chispa de esperanza, esa promesa de que podía, poco a poco, sentirse mejor.