Shoko estaba sentada en su oficina, los papeles del informe médico esparcidos sobre el escritorio. El silencio de la habitación solo era roto por el leve zumbido de la luz fluorescente sobre su cabeza. Miraba el documento frente a ella, leyendo una y otra vez los mismos párrafos, mientras su mente comenzaba a divagar.
"Esquizofrenia... qué viaje del infierno debe ser eso." Su voz, suave y apenas audible, flotó en el aire vacío, sin dirigirse a nadie en particular. "Alucinaciones, delirios… ¿cómo será escuchar voces todo el tiempo? No de esas que te dan ideas brillantes, sino las que te atormentan. Voces que te critican, que te acusan… ¿Qué haría si no pudiera distinguir entre lo real y lo que mi cerebro está inventando?"
Tomó el informe, inclinándose hacia atrás en su silla. "Y luego están los delirios. Creen que el mundo está en su contra o que son alguien importante. Vivir en tu propia realidad alterna, sin importar cuánta lógica te presenten... debe ser como caminar en una cuerda floja, esperando caer al vacío en cualquier momento."
Shoko dejó el papel sobre el escritorio, encendiendo un cigarrillo mientras pensaba en silencio, observando el humo que comenzaba a llenar el espacio. "Pensamiento desorganizado... las ideas rotas, saltando de un lado a otro sin conexión. Como intentar armar un rompecabezas con piezas que ni siquiera pertenecen al mismo juego. Y la catatonia... quedarse paralizado, sin moverse ni hablar. Estar atrapado, congelado en tu propio cuerpo, mientras tu mente lucha por entender qué es real y qué no."
Se quedó mirando la ventana unos segundos, sus ojos perdidos en el vacío. "Debe ser agotador... vivir con una mente que nunca se calla." Shoko apagó el cigarrillo, dejando caer las cenizas en el cenicero con un leve suspiro.
"Y aquí estamos… nosotros, mirando desde fuera, intentando entender algo que nunca podremos experimentar realmente."
"Esquizofrenia... qué viaje del infierno debe ser eso." Su voz, suave y apenas audible, flotó en el aire vacío, sin dirigirse a nadie en particular. "Alucinaciones, delirios… ¿cómo será escuchar voces todo el tiempo? No de esas que te dan ideas brillantes, sino las que te atormentan. Voces que te critican, que te acusan… ¿Qué haría si no pudiera distinguir entre lo real y lo que mi cerebro está inventando?"
Tomó el informe, inclinándose hacia atrás en su silla. "Y luego están los delirios. Creen que el mundo está en su contra o que son alguien importante. Vivir en tu propia realidad alterna, sin importar cuánta lógica te presenten... debe ser como caminar en una cuerda floja, esperando caer al vacío en cualquier momento."
Shoko dejó el papel sobre el escritorio, encendiendo un cigarrillo mientras pensaba en silencio, observando el humo que comenzaba a llenar el espacio. "Pensamiento desorganizado... las ideas rotas, saltando de un lado a otro sin conexión. Como intentar armar un rompecabezas con piezas que ni siquiera pertenecen al mismo juego. Y la catatonia... quedarse paralizado, sin moverse ni hablar. Estar atrapado, congelado en tu propio cuerpo, mientras tu mente lucha por entender qué es real y qué no."
Se quedó mirando la ventana unos segundos, sus ojos perdidos en el vacío. "Debe ser agotador... vivir con una mente que nunca se calla." Shoko apagó el cigarrillo, dejando caer las cenizas en el cenicero con un leve suspiro.
"Y aquí estamos… nosotros, mirando desde fuera, intentando entender algo que nunca podremos experimentar realmente."
Shoko estaba sentada en su oficina, los papeles del informe médico esparcidos sobre el escritorio. El silencio de la habitación solo era roto por el leve zumbido de la luz fluorescente sobre su cabeza. Miraba el documento frente a ella, leyendo una y otra vez los mismos párrafos, mientras su mente comenzaba a divagar.
"Esquizofrenia... qué viaje del infierno debe ser eso." Su voz, suave y apenas audible, flotó en el aire vacío, sin dirigirse a nadie en particular. "Alucinaciones, delirios… ¿cómo será escuchar voces todo el tiempo? No de esas que te dan ideas brillantes, sino las que te atormentan. Voces que te critican, que te acusan… ¿Qué haría si no pudiera distinguir entre lo real y lo que mi cerebro está inventando?"
Tomó el informe, inclinándose hacia atrás en su silla. "Y luego están los delirios. Creen que el mundo está en su contra o que son alguien importante. Vivir en tu propia realidad alterna, sin importar cuánta lógica te presenten... debe ser como caminar en una cuerda floja, esperando caer al vacío en cualquier momento."
Shoko dejó el papel sobre el escritorio, encendiendo un cigarrillo mientras pensaba en silencio, observando el humo que comenzaba a llenar el espacio. "Pensamiento desorganizado... las ideas rotas, saltando de un lado a otro sin conexión. Como intentar armar un rompecabezas con piezas que ni siquiera pertenecen al mismo juego. Y la catatonia... quedarse paralizado, sin moverse ni hablar. Estar atrapado, congelado en tu propio cuerpo, mientras tu mente lucha por entender qué es real y qué no."
Se quedó mirando la ventana unos segundos, sus ojos perdidos en el vacío. "Debe ser agotador... vivir con una mente que nunca se calla." Shoko apagó el cigarrillo, dejando caer las cenizas en el cenicero con un leve suspiro.
"Y aquí estamos… nosotros, mirando desde fuera, intentando entender algo que nunca podremos experimentar realmente."