── "𝐸𝑙 π‘Žπ‘šπ‘œπ‘Ÿ π‘›π‘œ β„Žπ‘Žπ‘π‘–π‘‘π‘Ž π‘π‘’π‘’π‘Ÿπ‘π‘œπ‘ , β„Žπ‘Žπ‘π‘–π‘‘π‘Ž π‘Žπ‘™π‘šπ‘Žπ‘  π‘žπ‘’π‘’ π‘’π‘›π‘π‘œπ‘›π‘‘π‘Ÿπ‘Žπ‘Ÿπ‘œπ‘› π‘Ÿπ‘’π‘“π‘’π‘”π‘–π‘œ 𝑦 β„Žπ‘œπ‘”π‘Žπ‘Ÿ 𝑒𝑛 π‘œπ‘‘π‘Ÿπ‘Ž π‘–π‘”π‘’π‘Žπ‘™ 𝑑𝑒 π‘ π‘œπ‘™π‘–π‘‘π‘Žπ‘Ÿπ‘–π‘Ž. 𝑇𝑒𝑠 π‘œπ‘—π‘œπ‘  π‘šπ‘’π‘’π‘£π‘’π‘› 𝑒𝑙 π‘‘π‘–π‘’π‘šπ‘π‘œ 𝑑𝑒 π‘šπ‘– π‘£π‘–π‘‘π‘Ž 𝑠𝑖𝑛 β„Žπ‘œπ‘Ÿπ‘Žπ‘ , π‘Žπ‘’π‘›π‘žπ‘’π‘’ 𝑠𝑒 β„Žπ‘Žπ‘”π‘Ž π‘π‘’π‘›π‘–π‘§π‘Žπ‘  𝑦 π‘™π‘œπ‘  π‘‘π‘–π‘Žπ‘  π‘™π‘™π‘Žπ‘šπ‘’π‘› π‘šπ‘– π‘šπ‘Žñπ‘Žπ‘›π‘Ž π‘π‘Žπ‘Ÿπ‘Ž π‘£π‘œπ‘™π‘Žπ‘Ÿ, 𝑒𝑙 π‘Žπ‘šπ‘œπ‘Ÿ π‘ π‘’π‘”π‘’π‘–π‘Ÿá 𝑒π‘₯π‘–π‘ π‘‘π‘–π‘’π‘›π‘‘π‘œ π‘’π‘›π‘‘π‘Ÿπ‘’ 𝑑𝑒𝑠 π‘šπ‘’π‘šπ‘œπ‘Ÿπ‘–π‘Žπ‘  𝑦 π‘™π‘Žπ‘  π‘šíπ‘Žπ‘  π‘π‘œπ‘šπ‘œ π‘’π‘›π‘Ž π‘π‘Žπ‘›π‘π‘–ó𝑛 𝑠𝑖𝑛 π‘“π‘–π‘›π‘Žπ‘™"

Desde que se conocieron en ese bosque entre llamas danzantes color zafiro ( https://ficrol.com/posts/178240 ) pasaron dos largos años en los cuales Liz recorrió cinco de los siete reinos en el terreno continental, sin lograr mucho más que saciar su sed de venganza, ganar unas cuantas batallas ajenas, conocer diferentes culturas y añadir algunas cicatrices a la colección.
Ya cansada de tanto andar como un susurro del destino y recordando las misteriosas palabras de la vidente todo encajó a la perfección; el camino que debía escoger era de regreso al lugar donde para ella había sido una burbuja de la realidad, necesitaba paz, necesitaba deshacerse de la culpa que la carcomía viva por todos los eventos recientes.

Fueron al rededor de siete semanas en barco y dos meses de caminata, hasta que por fin llegó. Todo estaba como lo recordaba, el Tori desgastado que daba la bienvenida y el templo siempre bien mantenido y pulcro.

Para su fortuna en ese monte no sólo halló paz, también encontró el amor que esquivo nunca había tocado su puerta.
Este Yōkai esperó pacientemente su regreso, Elizabeth en sus manos se sentía segura, como si fuera una frágil hoja resguardada del soplo del viento, olvidaba por un momento la guerrera nata llena de ira que vivía en ella y eso de alguna manera era un bálsamo para su alma.

Cada rosa tiene su espina, sólo en las manos correctas no lastima

Kazuo y Elizabeth se encontraron bajo la noche estrellada gracias a la estela ausente de una caprichosa luz esmeralda que no intentaba otra cosa que unir dos almas que sin saberlo se buscaban
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