饾摛饾摲饾摢 饾摥饾摢饾摲饾攦饾摢 饾摤饾摳饾摰饾摳饾摶 饾攦饾摢饾摨饾摬饾摶饾摳
No se oía nada. Tan solo el susurro del viento deslizandose por la arboleda. El silencio era sepulcral, a excepción del crepitar de unas llamas en la lejanía.
Ahí estaba el joven peliblanco, ataviado con un haori color marfil y un hakama gris de luna.
Danzaba... Danzaba de forma grácil y tranquila . Dejándose llevar por el sonido de la brisa y su fuego azul zafiro. Las llamas acariciaban su cuerpo, desde sus pies hasta la punta de sus dedos, recorriéndolo en suaves caricias por su cuello y rostro. No ardia... Su piel no ardía, su ropajes tampoco, ni tan siquiera la fresca hierva bajo sus desnudos pies. Sus llamas fatuas, que nacían del centro de su ser, danzaban a su alrededor al mismo compás que él. Era un uno con la tierra, el viendo, el fuego y todos aquellos elementos que lo rodeaban. Era un momento en el que parecía que el mundo se pausaba a su alrededor, sin dejar que el tiempo mermara aquel mágico momento.
Una danza... Una danza color zafiro.
No se oía nada. Tan solo el susurro del viento deslizandose por la arboleda. El silencio era sepulcral, a excepción del crepitar de unas llamas en la lejanía.
Ahí estaba el joven peliblanco, ataviado con un haori color marfil y un hakama gris de luna.
Danzaba... Danzaba de forma grácil y tranquila . Dejándose llevar por el sonido de la brisa y su fuego azul zafiro. Las llamas acariciaban su cuerpo, desde sus pies hasta la punta de sus dedos, recorriéndolo en suaves caricias por su cuello y rostro. No ardia... Su piel no ardía, su ropajes tampoco, ni tan siquiera la fresca hierva bajo sus desnudos pies. Sus llamas fatuas, que nacían del centro de su ser, danzaban a su alrededor al mismo compás que él. Era un uno con la tierra, el viendo, el fuego y todos aquellos elementos que lo rodeaban. Era un momento en el que parecía que el mundo se pausaba a su alrededor, sin dejar que el tiempo mermara aquel mágico momento.
Una danza... Una danza color zafiro.
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No se oía nada. Tan solo el susurro del viento deslizandose por la arboleda. El silencio era sepulcral, a excepción del crepitar de unas llamas en la lejanía.
Ahí estaba el joven peliblanco, ataviado con un haori color marfil y un hakama gris de luna.
Danzaba... Danzaba de forma grácil y tranquila . Dejándose llevar por el sonido de la brisa y su fuego azul zafiro. Las llamas acariciaban su cuerpo, desde sus pies hasta la punta de sus dedos, recorriéndolo en suaves caricias por su cuello y rostro. No ardia... Su piel no ardía, su ropajes tampoco, ni tan siquiera la fresca hierva bajo sus desnudos pies. Sus llamas fatuas, que nacían del centro de su ser, danzaban a su alrededor al mismo compás que él. Era un uno con la tierra, el viendo, el fuego y todos aquellos elementos que lo rodeaban. Era un momento en el que parecía que el mundo se pausaba a su alrededor, sin dejar que el tiempo mermara aquel mágico momento.
Una danza... Una danza color zafiro.