Su guarida es una bodega abandonada a las afueras de la ciudad. Las vigas ruinosas están cubiertas de cuervos camuflados perfectamente en el silencio y la oscuridad de la noche, vigilantes, refugiados también.

Arrastra la pierna herida, que a estas horas de la noche no es más que peso muerto. No sirve para nada, está cansada, agotada. En consecuencia, el aire se va llenando de polvo mientras avanza a través de los corredores. El ruido asusta a las ratas que huyen en todas direcciones.

Un par de estancias más allá llega a un cuarto más pequeño, más seguro, donde ha improvisado una suerte de separadores de ambiente con dos estanterías metálicas altas. Las cajas que contienen están llenas de escombros y restos de metal sin valor, pero que cumplen bien su función. Se deja caer con pesadez en medio de estas sobre un lecho que no es más que un catre reciclado.

Usa su bastón para conjurar una llama mágica flotante que dará calor al lugar, no porque el frío le incomode, sino para brindar algo de alivio a su pierna. Así mismo, alarga el bastón para tocar con este a una maceta grande que hay en el primer piso de una de las estanterías, donde una hierba curativa crece con buena salud. Al toque del bastón, esta crece un par de centímetros más y le brotan hojas nuevas, mientras se agrandan las más antiguas. Son estas últimas las que usa para preparar la pasta que aplica sobre las quemaduras.

Las curaciones siempre arden, pero es un dolor manejable. No así el de la pérdida y el abandono, la traición, el desprecio, el rechazo.

Es como un veneno que no acaba por matar, pero que persiste con su ponzoña.

Jamás debió beberlo.

Sabía que acabaría así, pero fue idiota. Creyó en la ilusión de que sería diferente y se arropó en la calidez de los lindos momentos, pensó que a él no le pasaría, hizo oídos sordos a todas las advertencias de la razón.

Cuando las señales fueron más intensas quiso persistir y convencerse de que su resistencia sería recompensada...

Y a cambio sólo obtuvo dolor.

#ElBrujoCojo
Su guarida es una bodega abandonada a las afueras de la ciudad. Las vigas ruinosas están cubiertas de cuervos camuflados perfectamente en el silencio y la oscuridad de la noche, vigilantes, refugiados también. Arrastra la pierna herida, que a estas horas de la noche no es más que peso muerto. No sirve para nada, está cansada, agotada. En consecuencia, el aire se va llenando de polvo mientras avanza a través de los corredores. El ruido asusta a las ratas que huyen en todas direcciones. Un par de estancias más allá llega a un cuarto más pequeño, más seguro, donde ha improvisado una suerte de separadores de ambiente con dos estanterías metálicas altas. Las cajas que contienen están llenas de escombros y restos de metal sin valor, pero que cumplen bien su función. Se deja caer con pesadez en medio de estas sobre un lecho que no es más que un catre reciclado. Usa su bastón para conjurar una llama mágica flotante que dará calor al lugar, no porque el frío le incomode, sino para brindar algo de alivio a su pierna. Así mismo, alarga el bastón para tocar con este a una maceta grande que hay en el primer piso de una de las estanterías, donde una hierba curativa crece con buena salud. Al toque del bastón, esta crece un par de centímetros más y le brotan hojas nuevas, mientras se agrandan las más antiguas. Son estas últimas las que usa para preparar la pasta que aplica sobre las quemaduras. Las curaciones siempre arden, pero es un dolor manejable. No así el de la pérdida y el abandono, la traición, el desprecio, el rechazo. Es como un veneno que no acaba por matar, pero que persiste con su ponzoña. Jamás debió beberlo. Sabía que acabaría así, pero fue idiota. Creyó en la ilusión de que sería diferente y se arropó en la calidez de los lindos momentos, pensó que a él no le pasaría, hizo oídos sordos a todas las advertencias de la razón. Cuando las señales fueron más intensas quiso persistir y convencerse de que su resistencia sería recompensada... Y a cambio sólo obtuvo dolor. #ElBrujoCojo
Me entristece
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