Había sido un largo día para la Gran Maestra Intendente. Regresó a su oficina y, una vez terminado el papeleo del día se levantó de su escritorio, caminó hacia el sillón que daba hacia la ventana y se sentó, cerró sus ojos a penas unos segundos y, sin darse cuenta, se quedó dormida a brazos cruzados.
Había sido un largo día para la Gran Maestra Intendente. Regresó a su oficina y, una vez terminado el papeleo del día se levantó de su escritorio, caminó hacia el sillón que daba hacia la ventana y se sentó, cerró sus ojos a penas unos segundos y, sin darse cuenta, se quedó dormida a brazos cruzados.
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