—¿Por qué tengo tantas mascotas...?—Suspiró el jóven, un dragón negro mordisqueando su cabeza mientras un dragón rojo mordía al negro.—Dragreder, Dragblacker... Quédense quietos...
Takeda se paró y empezó a caminar entre sus mascotas, cargando en sus brazos a un zorro, una de sus creaciones, a diferencia del resto. El zorro estaba saltando entre el espejo y la realidad inquietamente.
—Fang, basta... Vas a asustar a alguien...—Takeda tenía bolsas en los ojos, cargó a la zorra en su hombro y miró hacia atrás, viendo una mujer demoníaca y un gato negro peleando.—Dios, ¿Qué voy a hacer con estos dos? ¡Kuro, Satsuki! ¡Basta!
Takeda golpeó la mesa que usaba para escribir, enojado.
—¡Voy a empezar a castrarlos si no se quedan quietos!—Los animales asustados se quedaron quietos, y Takeda sacó la comida. Varios cadáveres humanos y de monstruos, junto a distintos postres. Las dietas de estas bestias eran extrañas.
Takeda se paró y empezó a caminar entre sus mascotas, cargando en sus brazos a un zorro, una de sus creaciones, a diferencia del resto. El zorro estaba saltando entre el espejo y la realidad inquietamente.
—Fang, basta... Vas a asustar a alguien...—Takeda tenía bolsas en los ojos, cargó a la zorra en su hombro y miró hacia atrás, viendo una mujer demoníaca y un gato negro peleando.—Dios, ¿Qué voy a hacer con estos dos? ¡Kuro, Satsuki! ¡Basta!
Takeda golpeó la mesa que usaba para escribir, enojado.
—¡Voy a empezar a castrarlos si no se quedan quietos!—Los animales asustados se quedaron quietos, y Takeda sacó la comida. Varios cadáveres humanos y de monstruos, junto a distintos postres. Las dietas de estas bestias eran extrañas.
—¿Por qué tengo tantas mascotas...?—Suspiró el jóven, un dragón negro mordisqueando su cabeza mientras un dragón rojo mordía al negro.—Dragreder, Dragblacker... Quédense quietos...
Takeda se paró y empezó a caminar entre sus mascotas, cargando en sus brazos a un zorro, una de sus creaciones, a diferencia del resto. El zorro estaba saltando entre el espejo y la realidad inquietamente.
—Fang, basta... Vas a asustar a alguien...—Takeda tenía bolsas en los ojos, cargó a la zorra en su hombro y miró hacia atrás, viendo una mujer demoníaca y un gato negro peleando.—Dios, ¿Qué voy a hacer con estos dos? ¡Kuro, Satsuki! ¡Basta!
Takeda golpeó la mesa que usaba para escribir, enojado.
—¡Voy a empezar a castrarlos si no se quedan quietos!—Los animales asustados se quedaron quietos, y Takeda sacó la comida. Varios cadáveres humanos y de monstruos, junto a distintos postres. Las dietas de estas bestias eran extrañas.