Tan pronto como pone uno de sus acelerados pies fuera de la comisaría, se detiene para tomar un hondo respiro de aire fresco y limpio. Siente como si acabaran de abrirle la puerta a su jaula y le dejaran salir de regreso hacia la libertad. — ¿Tienes hambre? —Pregunta, buscando la mirada de James al voltear—. Porque yo sí. Luego, echa un vistazo a la calle que tienen en frente notando que la gente no abunda, como era de esperarse en un pueblito pequeño y apartado durante la noche. Lo malo es que eso también le quita posibilidades a la oportunidad de encontrar abierto algún sitio para comer. — Debe haber un diner con una mujer malhumorada por ahí —adivina. #ElBrujoCojo [Wendigo]